El complejo de Adán tolimense

Camilo González Pacheco

La célebre y sabia enseñanza de Antanas Mockus de construir sobre lo construido, se puede concretar en varios entes territoriales del país, -con la evidente excepción de Ibagué, donde, al contrario, todo fue derruido- de construir sobre lo bueno construido por anteriores gobiernos, para no empezar de cero, al inicio de toda nueva administración.

Es el caso de la proyección estratégica de desarrollo integral del Tolima, donde conviene tener en cuenta los esfuerzos y estudios ya realizados en unidad entre el sector oficial, empresarial y académico, entre otros, de la Visión Tolima 2025, que si mal no recordamos fue adoptado hace pocos meses, como guía estratégica de desarrollo regional, mediante ordenanza por la Asamblea Departamental.

Uno de los ejes fundamentales, dentro de este tipo de visiones estratégicas, radica en identificar por consenso, a partir de análisis regionales económicos y sociales bien estructurados, la vocación de desarrollo regional. A grandes rasgos, se han planteado en la última década las opciones agrícolas, extractiva y de servicios como alternativas de desarrollo a corto y mediano plazo.

Esa visión concreta constituye la semilla del Plan de Desarrollo Regional. Afortunadamente la democracia participativa regional ha derrotado la opción extractiva, que fue planteada en términos de propuesta, con argumentos econométricos serios pero muy debatibles dentro de una concepción de desarrollo sostenible.

Por ello, la importancia de retomar las conclusiones acogidas en la Visión Tolima 2025. En los interesantes y constructivos Foros de Conversaciones Inteligentes, por ejemplo, este documento debería ser punto de referencia para construir sobre los construido, con propuestas concretas, más precisas que las exclamaciones poéticas según las cuales el Tolima es “una mar de oportunidades” que dice todo, pero a la vez no dice nada.

En especial en materia de industria regional, que, según brillante expositor en dicho Foro, se concentra en productos de molinería, minerales no metálicos y, derivados de la refinanciación del petróleo. ¿Por ahí va la vocación de desarrollo integral de la región en materia industrial? Bastante difícil acoger esta tesis, si entre otras cifras se tienen en cuenta las citadas por el panelista referido, en una perspectiva global en materia regional, donde las exportaciones del Tolima en 2016 representaron solo el 0.53 por ciento del total nacional.

Si, de entrada, no precisamos nuestra vocación de desarrollo regional, seguiremos botando corriente sin avanzar en temas concretos. Imposible imaginar el futuro del Tolima en estos temas, sin contar con las visiones y estrategias ya diseñadas: el café, el turismo, la Rape, la agroindustria adaptada a nuestros retos, la asociatividad regional y, obvio con Ibagué, como el mejor vividero del país. O sea, no partimos de cero.

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