Ojalá, les vaya bien

Camilo González Pacheco

La decisión de la Fuerza Alternativa del Común (Farc) de participar activamente en los próximos eventos electorales, constituye un aporte de indiscutible importancia para la paz y la convivencia nacional. Están cumpliendo lo pactado. Obvio, a partir de la polarización existente en el país sobre este asunto, el cuestionamiento y abierta oposición a esta participación, será evidente en una gran franja de la opinión pública nacional. Además, cuestionar y oponerse a esta incursión electoral de las Farc, da réditos políticos, y sobre todo votos.

De ahí, lo aplaudible de la decisión de las Farc, y a la vez lo engorroso de adelantar con éxito la campaña electoral, si se tienen en cuenta, los vicios inherente al sistema electoral vigente, donde los ganadores en su inmensa mayoría alcanzan sus buenos resultados, por un lado, a partir de poner a funcionar eficientemente una estructurada maquinaria burocrática y clientelista, aceitada con espesa mermelada estatal; y por otro lado, las inversiones multimillonarias de compra de votos –estilo Ñoños– que garantizan las más elevadas votaciones a nivel nacional para Congreso de la República.

El voto de opinión, muy reducido en Colombia para elecciones de Congreso, constituye la única alternativa contra el voto amarrado, clientelista y apasionado. Y ese voto, es ante todo urbano, de las grandes capitales. Por ello, el reto del nuevo partido, de contarse bien y, de entrada, es difícil, pero no imposible. En especial si se tiene en cuenta que las condiciones coyunturales –como dirían algunos sociólogos– no son para nada favorables, en relación con la conquista del voto de opinión.

Una encuesta realizada por Gallup, hace apenas dos días, evidenciaba que la opinión nacional tiene una imagen desfavorable de 89% de los partidos políticos, e igualmente desfavorable en un 82% del Congreso. Este contundente hecho, entre otros muchos resultados, presagia altos niveles de abstención. Para todos los partidos y candidatos al Congreso. Dura cosa.

La aparición electoral de las Farc, sobre todo con fórmula Presidencial, conlleva una sana expectativa democrática: conocer su propuesta conceptual y programática. Lógico suponer el énfasis en relación con la paz, pero la franja democrática nacional, en las que se debe incluir el naciente partido, no ha logrado precisar una visión unificadora de lo que se debe entender, y de manera integral, el concepto de paz.

En este sentido, y con mucha similitud en cuanto a este tipo de procesos, lo que más se recuerda son las consignas de Bateman y Pizarro, según las cuales el costo de la paz son las reformas sociales. ¿Cómo y cuándo? Ahí, en esa respuesta, puede reposar el ideario de unidad para el cambio social en Colombia. Afortunadamente.

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