Armero y la posverdad

Camilo González Pacheco

Fernando Trias de Bes, en artículo sobre la posverdad, publicado en El País Semanal de España, señala que la mentira impera en la sociedad del conocimiento exaltando emociones y pensamientos sin fundamento. Resume la posverdad en que la apariencia de los hechos es más relevante que los hechos en sí, aunque este tipo de creencias nos lleve a una falsedad. La posverdad, constituye un eufemismo moderno de la mentira de siempre. Al interrogarse el porqué de este nuevo nombre, enfoca su respuesta en cuatro aspectos: la tecnología en donde lo real y lo virtual se entremezclan; la velocidad de la información que prevalece sobre la exactitud, sin que exista preocupación por su validación; la pérdida de confianza en las instituciones y, finalmente, el ansia por confirmar nuestras propias creencias o fundamentos.

Frente a este fenómeno de la posverdad o noticia emotiva, los maestros del periodismo recomiendan a sus alumnos, dada su responsabilidad social y ciudadana, verificar los hechos, conocer la historia, contextualizar y analizar la información previamente a difundirla en los medios de comunicación, tal cual ellos mismos lo han concluido en recientes simposios, negándose rotundamente a ser altavoces de falsedades.

Y aquí se echa de menos ese criterio de objetividad y seriedad periodística, sobre la tragedia de Armero, para evitar que el inefable Francisco González siga machacando cada noviembre, con sus mentiras y engaños, logrando ya, con mucho éxito, la distorsión de nuestra historia.

Para estos efectos, bien vale la pena que González responda algunos interrogantes: ¿Dónde están las pruebas del robo masivo de niños? ¿En qué se fundamenta para hacer tamaña afirmación? ¿Quiénes cometieron ese crimen? Cómo fue su modus operandi? ¿Se cuenta con algún testigo, así sea solo uno, que dé razón del robo de un infante siquiera? ¿Qué prueba o fundamento tiene para afirmar, con el descaro que lo hace, que se dieron adopciones masivas legales e ilegales? ¿Hay siquiera un denunciado, un sospechoso? ¿De qué países europeos llegaron aviones para llevarse los niños sacados directamente del sitio de la tragedia, como lo dijo ante un medio regional, que se tragó entera y sin pestañear semejante aseveración? ¿Países respetuosos de los derechos humanos llevándose niños heridos y aún llenos de lodo? ¿Cohonestaron autoridades nacionales y extranjeras para cometer semejante despropósito?

No hay derecho de que todas estas mentiras pasen de agache, año por año, en algunos medios de comunicación sin ningún cuestionamiento, mientras que el oportunista González se sostiene en estas falacias, en provecho personal, explotando cruelmente la añoranza de algunas madres de encontrar a sus hijos vivos. Prolongando perversamente en el tiempo un incurable dolor. Nuestra historia merece la verdad.

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