Elecciones insípidas

Camilo González Pacheco

Pocas veces en la historia de Colombia unas elecciones al Congreso de la República pasan tan desapercibidas como las que se realizarán el próximo 11 de marzo. Uno de los factores, quizás el más importante, que puede explicar esta anómala situación podría ser el de la proximidad temporal en relación con las elecciones presidenciales programadas para el 27 de mayo de este mismo año.

Los candidatos presidenciales opacan totalmente, en cuanto a propuestas y análisis ligados con la coyuntura regional y nacional, a los aspirantes a Cámara y Senado, salvo Uribe, Robledo y Mockus, cabezas de lista al Congreso, que hablan más como compañeros de fórmula de aspirantes a la Presidencia de la República, que candidatos al Congreso.

Las campañas electorales al Congreso, no se sienten. No se mueven en la franja de opinión. Y este hecho político, atenta contra una efectiva y real democracia participativa, por cuanto sin la presencia del voto de opinión y de apoyo concreto y programático para los candidatos a Congreso, se impone inexorablemente el viejo y condenable estilo de la compra de conciencias y votos.

En ese escenario, lo mismo que antes, el resultado final de la votación de cada congresista será directamente proporcional a la cantidad de dinero invertido y de mermelada repartida en apoyo a un candidato determinado. Y las tulas de dinero derrochadas en estas empresas electorales son inconmensurables. ‘Los Ñoños’ en medio de su vergonzosa y despreciable cantata han confirmado que ese victorioso paseo electoral vale miles de millones de pesos. Inimaginables para un candidato democrático, cívico, popular y alternativo.

Preocupa entonces, el impacto nocivo del anterior hecho, frente a la vigencia plena del proceso democrático de elección de Congreso de la República. Sin corriente de opinión, aumentará la abstención. Y algo supremamente grave, sin participación efectiva y real de la ciudadanía en este proceso, y con un aumento de la abstención, alcanzar el umbral para las listas alternativas, tanto nacionales como regionales, se torna riesgoso. En esas condiciones ganarán mayoritariamente con muy contadas excepciones, los mismos con las mismas: los herederos del paramilitarismo, la corrupción, el clientelismo y la politiquería.

De ahí, la importancia de participar activa, dinámica y decididamente apoyando candidatos alternativos para Cámara de Representantes y Senado de la República. Sobre todo, en estos momentos de zozobra en relación con la búsqueda de paz, en los que se requiere consolidar el posacuerdo alcanzado con las Farc, recuperar el cese de hostilidades bilaterales con el ELN y afianzar el posconflicto con reformas sociales que permitan la conquista de una paz estable y duradera. En otras palabras, dar a estas elecciones parlamentarias, sabor a paz, convivencia, cambio y democracia integral.

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