El sabio Mujica

Camilo González Pacheco

En muchos estudios históricos y columnas periodísticas, los gobiernos de los diferentes países, se siguen caracterizando como de derecha o izquierda. Por ejemplo, al gobierno de Trump, por su retroceso en el campo de los derechos humanos, en la diplomacia y por privilegiar a la plutocracia, entre otras razones, es catalogado como de derecha. No obstante, muchos pensadores consideran que dichas concepciones, en sus diversas manifestaciones, son completamente obsoletas.

Lo anterior, lleva a recordar los planteamientos elementales de tales corrientes. La derecha se identifica esencialmente, con defensa del establecimiento, del statu quo, de la ideología conservadora, la religión y la propiedad privada, espectro en el cual las diferencias sociales se consideran naturales; por su parte, la izquierda lo hace con el cambio, el bienestar general y como aspecto central la igualdad social. Ahora bien, se sabe que estos conceptos, no constituyen un conjunto de creencias, sino, más bien, una actitud hacia el poder; una visión de la economía, ya de libre mercado y competencia, o, de control y regulación estatal o intervencionismo.

Preciso es decir, que ambas concepciones han fallado y en la actualidad, como lo proponen algunos, es indispensable pensar, en formas más amplias y propositivas. Igualmente hay que aceptar que tanto la derecha como la izquierda han tenido democracias y dictaduras; ya hemos visto al estalinismo, el nazismo, el fascismo y toda suerte gobiernos déspotas de un lado o del otro.

No obstante, prestigiosos autores consideran que esta dualidad antitética, no se encuentra superada, en tanto los problemas que dieron origen a la izquierda persisten: pobreza, marginalidad, corrupción; de otro lado el capitalismo, con sus grandes crisis ha demostrado que no es la solución de los problemas, sino precisamente su causa.

Por lo que respecta a Colombia, es un país donde las fuerzas mayoritarias son de extrema derecha, por cuanto la propiedad privada, el latifundio improductivo, los privilegios, las economías ilegales se defienden a sangre y fuego; en el cual tenemos un índice de pobreza y desigualdad vergonzoso; los campesinos e indígenas han sido despojados de sus tierras mediando el asesinato y el desplazamiento; aún, ignominiosamente, mueren niños de hambre; hordas paramilitares han desplazado a millones de compatriotas para apropiarse de sus tierras; se mata impunemente a líderes sociales que osan levantar su voz para defender sus derechos; existen zonas grises en las cuales se confunden los criminales con los representantes del Estado.

Para ese sabio que es Pepe Mujica, ser de izquierda es cultivar la esperanza; es el sueño del altruismo y generosidad; es ponerle bozal al egoísmo que llevamos dentro. Nada más ni nada menos, que la utopía del humanismo y la democracia.

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