Reyes vagos

Camilo González Pacheco

En estas celebraciones de año viejo y año nuevo, a nadie le interesa recordar, qué es un año. Menos importa, adentrarse en precisar, o indagar, el significado de un año terrestre, un año sideral, aunque los ciudadanos del común solo alcancen a recordar, sin poder definir, que se trata de un año juliano, o sea, del tiempo orbital que tarda el planeta Tierra en dar una vuelta completa alrededor del Sol. Otros pensadores, definen sencilla y acertadamente al año nuevo, como la celebración del inicio del año siguiente en el calendario. Así de espontáneo y veraz.

Lo que importa, es la celebración del Año Nuevo. Donde el año –como todos presumimos saberlo- constituye un ciclo de 12 meses. Y su celebración, en gran parte del planeta, forma parte de una tradición de festejo, o de alegría, por un año nuevo que llega. Y, a la vez melancólico, porqué se va para siempre y jamás volverá. Todo depende, de cómo le haya ido a cada uno de los festejantes.

Pero, más que consideraciones trascendentes de astronomía, cosmografía, astrofísica, ciencia astral, estudios del cosmos, o de visiones mundanas de astrología, en nuestro entorno prima la melodiosa celebración musical, expresadas preferencialmente por los compositores, Zavarce y Salcedo, que le ponen a estos días, buenas y necesarias dosis de añoranza y alegría. Afortunadamente.

En esos espacios de recuerdos, resuena nostálgica la canción tradicional de Néstor Zavarce, “Faltan cinco pa´ las doce”, que alargan las evocaciones del año con cada una de las doce campanadas: “Las campanas de la iglesia están sonando, anunciando que al año viejo se va / La alegría del año nuevo viene ya / Los abrazos se confunden sin cesar / Faltan 5 pa’ las doce el año va a terminar / Me voy corriendo a mi casa a abrazar a mi mamá / Me perdonan que me vaya de la fiesta / … Pero hay algo que jamás podré dejar / Una linda viejecita que me espera / En las noches de una eterna navidad”.

Y, las celebraciones culminan alegres, con el remate sabroso inmortalizado por Crescencio Salcedo: “Yo no olvido al año viejo / Porque me ha dejado cosas muy buenas / Me dejó una chiva, una burra negra / una yegua blanca y una buena suegra…”.

De todas maneras, con el ritmo musical de agrado y con las cosas muy buenas recibidas, solo queda desear, ya corridos los primeros días y pisándole los talones al de los olvidados Reyes Vagos, Melchor, Gaspar y Baltazar, -inmortalizados por sus chichipatos regalos de oro, mirra e incienso -un Feliz y Próspero Año.

Felicidades, éxitos y prosperidad.

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