Sobre la “tibieza” de Fajardo

Alex Granados Trujillo

Es un “tibio”, término utilizado comúnmente en política para denotar debilidad o ausencia de posturas concretas sobre ciertos asuntos de interés general.

Esto me ha llamado la atención por el reiterado uso en la campaña presidencial de Colombia acusando de tibio a Sergio Fajardo.

Entonces me pregunto si para no parecerle tibio a otros ¿hay que gritar?, ¿es necesario elegir un personaje para atacar? o tal vez será que ¿hay que elegir un bando para insultar/defenderse y aumentar la profunda crisis social que vive el país?

Si usted revisa la palabra tibieza en otro contexto podrá encontrar que no tiene un sentido tóxico y peyorativo como se está usando, más bien si es comodidad, y tranquilidad, serenidad, calidez, entre otras. Yo no veo un Fajardo débil y con ausencia de posturas, más bien veo coherencia, cualidad ausente en los otros candidatos un tanto acomodados con la clase política tradicional.

La mesura y la prudencia son grandes cualidades necesarias en un gobernante y más importante aún es defender con firmeza posturas y mostrar carácter, y lo que representa el candidato Fajardo desde hace 18 años inspirado (como el mismo lo dice) en el trabajo desarrollado por el exalcalde Antanas Mockus en sus dos alcaldías en la capital, es: La defensa de toda forma de vida, “La vida es sagrada”; los dineros públicos son sagrados, “No todo vale”, el reconocer a la política como el arte de construir sobre lo construido, la capacidad de convivir en paz y respeto con el otro, a ser diferentes sin ser enemigos; la capacidad de argumentar y escuchar el contra argumento.

Estoy convencido que en toda actividad humana deben haber principios y valores indispensables e inviolables, y los que he resaltado anteriormente son coherentes y consistentes en el accionar como gobernante tanto de Antanas y de Fajardo, a lo mejor el problema de la mal llamada tibieza es cuestión de estilo. Los otros dividen entre los “más ricos y los más pobres”, o entre los “guerrilleros y no guerrilleros”, etc.

Estoy completamente convencido además, que en el siglo 21, en un contexto de una economía globalizada y superando un pedazo del conflicto armado (el acuerdo con la Farc) es necesario pasar la página y empezar una nueva página en la que se construya el futuro de Colombia, pero con otro estilo y en otro tono, un tono más civilizado, un poco más respetuoso, un poco más amable.

Por supuesto que hay inequidad, que la pobreza es escandalosa, que el sistema de salud tiene graves fallas, la inseguridad, el desempleo, bueno, un montón de problemas que todos conocemos; pero que les aseguro, no se solucionan ni de la noche a la mañana y tampoco anunciando a los gritos desde una tarima las soluciones que salen como conejos de un sombrero.

Es muy tonto que se le presente al electorado un país gris y en completo caos o en obra negra o como si lleváramos una semana de creados; eso no es así; gústenos o no; hay avances; hay una herencia que cada gobierno le ha dejado al siguiente; se lo escuché al querido Presidente Mujica: “Podemos cargar los dolores que heredamos, pero hay que luchar es hacia adelante”.

Muchos jóvenes con los que he hablado se ilusionan por ejemplo con la presidencia de Petro, ven la presidencia como un trofeo, y dicen: “llegar al poder para esto o lo otro”; ignoran que llegar al gobierno es una parte del poder, que el poder no solo reposa allí, también está en las multinacionales; en los gobiernos territoriales, en las organizaciones sociales, el libre mercado etc. Y con todos ellos hay que transar, no imponerse y crear el caos y polarizar, y graduar a los demás de enemigos que le dificulten el trabajo y el país se estanque.

A lo mejor la cuestión sí es el estilo, cito de nuevo a Mujica: “No confundan el deseo con la realidad posible, yo pertenezco a la escuela de los soñadores, y también me debo despertar”.

axfgt@msn.com

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