¿Al centro y pa’ dentro?

Guillermo Hinestrosa

Se ha repetido hasta el cansancio que la agenda neoliberal de comienzos de los noventa la trajeron Virgilio Barco y César Gaviria para arrasar la industria nacional y entregarnos en manos de las multinacionales. Otros afirman que fue para modernizarnos.
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Ni tanto honor ni tanta indignidad: el país enfrentó tardíamente los ajustes al modelo económico de sustitución de importaciones, que nos acostumbró a productos caros, de mala calidad, que no pudieron volver competitivos nuestros sectores agrícola e industrial.

La comparación con Corea del Sur es clásica: con una población similar y solo una décima parte del territorio, cuando su guerra terminó en 1953 eran más pobres que nosotros. Mientras los coreanos acometieron la reconstrucción, sin pausa, con el empeño de convertirse en una potencia tecnológica que pudiera enfrentar a sus enemigos del norte, nosotros navegábamos por los recodos del conflicto liberal conservador, la guerra de guerrillas, el narcotráfico y la lucha contra el terrorismo.

Cuando aún estábamos nivelados, el propio Álvaro Gómez planteó un modelo similar al coreano, con el nombre de desarrollismo y fue derrotado por Alfonso López Michelsen. Soplaban los vientos de la Revolución Cubana en el seno del MRL. Hoy el PIB coreano es cinco veces mayor que el de Colombia. No tienen recursos naturales, pero el superávit de su balanza comercial supera US$31.000 millones, en tanto que nuestro déficit sobrepasa US$8.000 millones.

Es cierto que a comienzos del Siglo XXI algunas empresas colombianas pudieron florecer en exigentes mercados internacionales. Ejemplos: Bavaria, Corona, Nutresa, Argos, Carvajal, Sura, Pintuco, Totto, ETB, ISA, Energía de Bogotá y el propio Ecopetrol. No son pocas, pero siguen siendo la excepción.

No voy a repetir la conocida secuencia de pactos, alianzas, incumplimientos y traiciones que los protagonistas del Siglo XXI han hecho con ambos extremos armados del espectro ideológico. Baste decir que el último proceso de paz se negoció mientras se cuadruplicaban los cultivos ilícitos y sin un plan para que el Estado llegara integral y oportunamente a los abandonados territorios.

Enfrentando la peor crisis social y económica de la historia reciente, en lugar de unirnos para enfrentar los desastrosos efectos que deja el Covid-19, partido de gobierno y jefe de la oposición reviven la fratricida polarización política. Unos, inspirados en los intolerantes discursos del presidente Trump, otros, seducidos por los métodos del socialismo del Siglo XXI para conquistar y retener el poder.

Brillan por su ausencia proyectos de reformas para la mendicante salud, el asolado campo, la desmirriada industria, la corrupta justicia o la extraviada educación.

No obstante, Roy Barreras ha saltado a la escena proponiendo salario y pensión universales, educación universitaria gratuita y la revocatoria del presidente Duque. Espera desocupar las ratoneras liderando un movimiento dinámico, abierto a todas las tendencias, flexible, cercano a los jueces y los organismos de control y, por supuesto, tolerante con el estatus quo de la corrupción.

Populismo de centro es la inefable fórmula del expresidente Santos y sus amigos, contra la polarización.

Tocará apostarle a una cuarta vía. No podemos caer en la vieja táctica “gatopardesca” de cambiarlo todo para que todo siga igual.

GUILLERMO HINESTROSA

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