O sole mio

Guillermo Hinestrosa

El presidente Petro se retiró unos días a descansar a Italia de su extenuante campaña presidencial; una gesta que corona 45 años de luchas políticas y sociales narradas con no poco realismo mágico en su libro “Una vida, muchas vidas”. El texto nos recuerda que ha sido miliciano, concejal, guerrillero, padre de cinco hijos en tres compañeras sentimentales, preso político, diplomático, representante, senador, alcalde y hoy escala la cumbre más alta al ser elegido primer mandatario de los colombianos.
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No esperó su turno en la fila india de los partidos tradicionales, ni fue el que dijo un expresidente, ni lo consiguió a la fuerza, sino producto de una larga y sufrida resistencia que aplica, a la inversa, la manida frase de Carl von Clawsewitz: «La guerra es la continuación de la política por otros medios». Curiosamente, sus gestas electorales superan, en número, las de su némesis, Álvaro Uribe, a quien le encajaría mejor la frase del militar alemán. El delirio del Chimborazo estaría de vuelta: “Yo me dije: este manto del Iris que me ha servido de estandarte ha recorrido en mis manos regiones infernales, surcado los ríos y los mares y subido sobre los hombros de los Andes; la tierra se ha allanado a los pies de Colombia, y el tiempo no ha podido detener la marca de la libertad”. Sabemos que su posesión se hará ante 100.000 espectadores; que asistirán sus camaradas, los presidentes de Chile, Perú, Argentina, Uruguay, Bolivia, entre otros; que posiblemente venga Lula y que tal vez, después de las 2 p.m., se nos cuele el propio Maduro. Que procurará hablarles de tú a tú a Biden, Xi Jinping y al propio Putin, pues de acuerdo con su visión geoestratégica se hace necesario barajar el universo y volverlo a repartir.

Entretanto, Petro ha elegido la bella Toscana como destino de sus reflexiones, quizá invocando el espíritu del más célebre de los pensadores florentinos: Nicolás de Maquiavelo, ese mismo que previene al gobernante sobre la urgencia de imponérsele al grupo de poder anterior, sofocando implacablemente rebeliones y manejando la política interna siguiendo uno de dos caminos: el poder absoluto (que recomienda) o administrarlo juntamente con barones “de nobleza propia” (es decir, no por los méritos del gobernante entrante). La primera opción parece, por lo pronto, descartada, pero la segunda se abre camino, para desconcierto de los petristas “pura sangre”.

Al besamanos florentino han acudido César Gaviria, Daniel Quintero, Ramón González (presidente de la Alianza Verde) y algunos caciques regionales como Guillermo Alfonso, quien fue derrotado, en el Tolima, por la hoy representante Martha Alfonso y el diputado Renzo García, quienes vencieron a Sandra Liliana Salazar, candidata de Jaramillo en alianza con Emilio Martínez Rosales, tío de esta última. Leemos en El Príncipe: “En las deliberaciones en que está en juego la salvación de la patria, no se debe guardar ninguna consideración a lo justo e injusto, lo piadoso y lo cruel, lo laudable o lo vergonzoso, sino que, dejando de lado cualquier otro respeto, se ha de seguir aquel camino que salve la vida de la patria y mantenga su libertad”.

A los obsequiosos visitantes de la Toscana deberíamos recordarles que Maquiavelo recomendó bajar los estándares morales en aras de salvar la sociedad en pleno (misión encomendada al bucanero Roy Barreras), no a los clanes familiares de provincia. 

GUILLERMO HINESTROSA

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