¿Corrido o milonga?

Guillermo Hinestrosa

Luces y sombras salieron a relucir en los empalmes. Funcionarios estrella del gobierno saliente, dos economistas de la Universidad del Rosario: el director del DANE, Juan Daniel Oviedo y el ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo. El primero nos enseñó la utilidad de las estadísticas; la necesidad de su transparencia, oportunidad, de su análisis desagregado; le devolvió credibilidad a un ente anodino, solo conocido por el dato de inflación en el que nadie creía. El segundo nos libró de una ruptura democrática, por cuenta de la alevosa arrogancia de Carrasquilla y su opaco manejo de los recursos de la pandemia, aupados no solamente por el espíritu de cuerpo de sus colegas uniandinos, sino por la vista gorda de un Estado rendido a los clanes políticos.
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Ad portas del nuevo gobierno nos embarga la incertidumbre. Para muchos es refrescante el cambio de orientación y estilo, para otros, la izquierda y su populismo llegan al poder en el peor de los momentos. Inflación bordeando el 10 % (23,65 % en alimentos), sin considerar aún el impacto de la reciente devaluación, el inevitable ajuste al precio de los combustibles, el impacto de las crecientes tasas de interés en los costos y el anunciado desborde del gasto público, vía una recesiva reforma tributaria que podría acercarnos, en materia económica, al modelo argentino de hiperinflación.  

Petro ha intentado tranquilizar a la tribuna con el nombramiento de José Antonio Ocampo. Y es cuando se yergue la sombra de México para aterrorizarnos. El Paro Nacional de 2021 marcó un punto de inflexión en vastas zonas del territorio nacional. Aparte de la inusual sincronía política de indígenas, sindicalistas, camioneros, inmigrantes y estudiantes, hay consenso en que las mafias mexicanas supieron pescar en el río revuelto de la protesta social, fletando combos delincuenciales para generar destrucción y caos, principalmente en el Litoral Pacífico. Los cuatro días de paro “decretados” el pasado mes de mayo, por el Clan del Golfo, mostraron su control y poder de intimidación en 178 municipios de Guajira, Bolívar, Chocó, Córdoba, Antioquia, Magdalena y Sucre. El costo, $600.000 millones, según el Observatorio Fiscal de la U Javeriana.

Por eso la propuesta de Paz Total tampoco parecería abordar adecuadamente nuestro complejo problema de violencia. Ofrecerle un cese bilateral del fuego al ELN no ha demorado la macabra respuesta de su archienemigo, el Clan del Golfo, para obtener iguales condiciones: el “plan pistola”. De esta manera las Autodefensas Gaitanistas de Colombia buscan demostrar la necesidad de que también a ellos les frenen los operativos y les permitan una interlocución política para acordar una paciente y amistosa transición.

Así las cosas, la falsa protesta social con “paros armados”, el sicariato tercerizado contra soldados y policías, los diálogos regionales de paz, serían nuevas formas de lucha para conseguirle salidas políticas al gobierno de hecho que ejercen las bacrim en la Colombia olvidada. Una economía criminal que no requiere tecnócratas de los Andes ni aparece en los informes e indicadores de la OCDE. 

Actividades como el alquiler del espacio público a los vendedores ambulantes, los préstamos gota a gota, la extorsión a transportadores y comerciantes, la minería ilegal, la deforestación, el microtráfico de droga o la apropiación de los presupuestos de los pequeños municipios, a su merced. 

Esperamos que no le toque a Álvaro Leyva abrir una mesa de negociación en Sinaloa.

GUILLERMO HINESTROSA

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