Presagios, temores y desafíos

Guillermo Pérez Flórez

¿Cómo será Colombia después del Covid-19? Me atrevo a formular una hipótesis, pero antes debo decir que el virus como tal no cambia nada, más que un agente de cambio es un acelerador del mismo. No es la bala, es el gatillo.
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Esta pandemia nos anticipó el futuro, un futuro que tímidamente se estaba acercando y que de un momento a otro se nos plantó en la cara, porque el virus produjo un cambio de ritmo. De la noche a la mañana, nos bajaron de la mula y nos subieron al avión.

Antes de la pandemia, Colombia tenía 122 mil tele-trabajadores, hoy tiene más de 4.5 millones. La educación digital y a distancia, que algunas personas veían como de segunda clase, ha alcanzado niveles jamás antes vistos. La consulta médica por videoconferencia ha crecido también significativamente; las aplicaciones digitales potenciaron las ventas al detal a domicilio, algo a lo cual nos resistimos mucho. El fenómeno es planetario. Amazon es la empresa más valorada en el mundo, con una tasación de más de un billón de dólares. A su vez, las industrias creativas digitales (música, películas, libros, conciertos y videojuegos), también a escala mundial, están creciendo vertiginosamente y facturan cerca de 200 mil millones de dólares al año. La cuarta revolución industrial se nos vino encima.

Este cambio acelerado va a profundizar la brecha entre los dos países que habitan Colombia: el formal y el informal. El primero vive dentro del marco normativo de la OCDE, con rigurosas normas contables, facturación electrónica, pagos a través del sistema financiero, recaudo de impuestos, etc.

El segundo discurre de espaldas a las normas laborales, comerciales, crediticias y fiscales, y en muchos casos es presa de las mafias que controlan las economías ilegales, integradas en un amplio arco de actividades ilícitas, que van desde producción y tráfico de cocaína, hasta contrabando de armas, combustible y mercancías, préstamos gota a gota, minería ilegal, pasando por la comercialización de bienes robados (autopartes, vehículos, celulares, bicicletas y un largo etcétera).

Esta economía crece día a día. El solo mercado de la cocaína en Colombia equivale al 1,88% del PIB, más de dos veces el café (0,8% del PIB). Una parte de esos dos países es funcional a las economías ilícitas. El formal, para el blanqueo de bienes y capitales, y el informal, para la dinamización de las redes operativas.

¿Cuál es el temor? Muchas personas no podrán caminar a las actuales velocidades, pues carecen de las herramientas y las capacidades formativas necesarias, entonces irán a los vagones de la pobreza, el desempleo y la informalidad laboral, comercial y crediticia. Así, la conflictividad social va a aumentar, pues al país formal le quedará imposible satisfacer las demandas sociales, y algunas ciudades y regiones tendrán situaciones críticas de ingobernabilidad, por el avance de las mafias. Basta mirar algunos espejos nacionales (Tumaco, Catatumbo, Chocó…) e internacionales, la tragedia de México con los carteles de la droga, por ejemplo.

Sí. El pronóstico no es halagüeño. ¿Cómo será Colombia después del Covid-19? Depende de si aprovechamos la crisis… para salir de la crisis. Este es el principal desafío. De nada sirve seguir haciendo lo mismo. Se impone un cambio de rumbo para llevar el país a un puerto seguro.

GUILLERMO PEREZ FLÓREZ

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