Uribe en su laberinto

Guillermo Pérez Flórez

Jacques Vergè, un célebre penalista francés escribió en los años 70 un pequeño libro titulado ‘La estrategia judicial en los procesos políticos’. En éste afirmó que había dos formas de encararlos, la connivencia o la ruptura.
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En la connivencia el procesado trataba de probar su inocencia o negar responsabilidad en los hechos, con la ruptura el acusado se erigía en acusador, y negaba al juez legitimidad para juzgarlo, como lo hiciera Fidel Castro en el Consejo de Guerra tras fracasar en la toma del cuartel Moncada.

Traigo a cuento este texto, por la similitud de la estrategia de defensa del ex presidente en el proceso por manipulación de testigos y fraude procesal. No se dirige tanto a negar los hechos sino a decir que el proceso es fruto de un “complot de la izquierda internacional”, que trabaja en una exitosa estrategia de toma del poder, que ha logrado ya capturar a la Corte Suprema de Justicia.

Un enfoque delirante. La decisión fue adoptada por unanimidad, lo cual significa que la estrategia ha funcionado. La punta de lanza para esta siniestra operación es el senador Iván Cepeda, quien logró revertir un proceso y pasar de acusado a acusador. Cepeda no ha tenido el poder político ni un solo minuto, aún así logra imponerse sobre quien lo ha detentado durante largos años, e influido en la designación de ministros, fiscales, magistrados, procuradores, contralores, embajadores, directores de la Policía, jefes del DAS, comandantes del Ejército… Alucinante. Un caso único.  

Si alguna injusticia se está cometiendo con Uribe es de sus propios amigos, porque en lugar de controvertir las pruebas que recoge un auto de 1.550 folios, se han dedicado construir una narrativa totalmente descalificadora de las instituciones y a tratar de hacer del proceso penal un espectáculo tejido de emociones, conspiraciones y admoniciones.

Solo les falta pedir transmisión por televisión. Todo en el momento más crítico y complejo de nuestra historia reciente. La actitud de algunos es incluso mezquina con el propio Uribe, pretenden obtener réditos políticos cabalgando sobre propuestas inviables, como la de una asamblea constituyente para liberar a la CSJ de los comunistas, crear una Corte única y acabar con la JEP. Quieren hacer de esto la causa de 2022. A falta de propuestas…

Otra tesis falaz es creer que los acuerdos de paz consagraron una especie de impunidad de facto para los miembros del establishment, pues ninguno de ellos puede ser procesado mientras Timochenko y sus compinches no sean juzgados y encarcelados. Bonito así.

Es un desarrollo de la tesis que sostenía que los militares que habían defendido el Palacio de Justicia estaban presos, mientras que quienes se lo había tomado estaban libres, ignorando que quienes estuvieron en la toma se murieron. No señores. El país no se va a acabar. No estamos ad portas de un apocalipsis, ni mucho menos.

Colombia tiene asuntos más angustiantes y reales qué atender. Uribe haría bien en pensar en los otros 17 procesos que tiene ante la CSJ. Está perdido en su propio laberinto, y sus amigos no lo quieren dejar salir, aunque para ello tengan que romper las instituciones.

GUILLERMO PEREZ FLÓREZ

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