Los 100 días de Petro

Guillermo Pérez Flórez

La tradición estadounidense de evaluar los primeros 100 días de gobierno prácticamente se ha universalizado. Y Colombia, por supuesto, no es la excepción. Así que, desde mi solitaria atalaya de ciudadano libre, procedo a hacer mi propia evaluación.
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El ministerio al que mejor le ha ido es al de Exteriores. Un ámbito en el que tradicionalmente, con excepciones muy contadas, la política de Colombia ha consistido en no tener política, sino en esperar a los dictados de Washington. El ministro Álvaro Leyva, ha conseguido logros importantes. El primero, restablecer relaciones con Venezuela sin firmar un cheque en blanco a Nicolás Maduro. En esto el presidente anterior fracasó estrepitosamente. Aunque es de justicia reconocer que el ‘mérito’ no fue solo suyo. Lo acompañan cincuenta cancillerías, entre ellas las de Estados Unidos, las del destartalado ‘Grupo de Lima’ y varios países europeos. Petro y Leyva han logrado que la prensa internacional se fije en Colombia, de forma digna. La intervenciones en la ONU, en la COP 27 en Egipto y en el Foro de París sobre la paz, en donde fue arropado por Emmanuel Macron y Alberto Fernández para hablar sobre Venezuela, han sido fructíferas. Maduro y la oposición venezolana están ad portas de regresar a México a dialogar, de cara a que haya elecciones creíbles en 2024, y a que se establezca allí (ojo) una ‘democracia liberal’. Expresión utilizada también en Caracas durante su encuentro con Maduro, la cual confirma, que Petro se inscribe en una línea liberal con un fuerte intervencionismo del Estado, como la de Roosevelt o López Pumarejo en el siglo pasado. Por otro lado, está la insistencia en fortalecer el sistema interamericano y el regreso de Cuba y Venezuela al mismo. Si se materializan estas dos cosas, Petro dejaría una huella internacional imborrable.

Otro ministerio exitoso es el de Hacienda. Sacar adelante la reforma tributaria, en medio de una coyuntura económica internacional como en la que estamos, y con socios en el Congreso tan difíciles, tiene lo suyo. El ministro José Antonio Ocampo genera confianza y estabilidad. Es uno de los principales activos del gobierno. Adicionalmente, Ocampo ha logrado que el presidente y la ministra de Minas modulen su línea frente a los hidrocarburos. La exploración y la explotación continuarán, pero no habrá ‘fracking’. Esto le permite a Petro cumplir una parte de sus promesas de campaña sin pegarse un tiro en un oído, suspendiendo la exploración.

El anuncio de compra de tierras a Fedegan, el núcleo duro del uribismo, le facilita a la ministra de Agricultura, Cecilia López, darle viabilidad a una reforma agraria integral, una misión casi imposible desde los tiempos de Murillo Toro, de López Pumarejo y de Lleras Restrepo. Cualquier avance en este ámbito será bien recibido. La meta de las 3 millones de hectáreas establecidas en los acuerdos de paz es imposible en cuatro años, sin embargo, se está avanzando en la titulación de tierras, lo cual es fundamental en una economía capitalista.  Se me acabó el espacio. Coincido en lo que reflejan las encuestas: el gobierno y el presidente pasan la evaluación preliminar. Hay algunos ministerios grises, pero debe dárseles tiempo. Armar un equipo de gobierno es complejo, y más cuando se llega casi solo. En términos generales veo el vaso medio lleno. Como votante me declaro satisfecho, pues esto apenas comienza. Hay más luces que sombras, aunque haya quienes quieran y digan lo contrario. 

 

GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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