La jugadita

Rafael Gutiérrez Solano

Cualquier persona con uso de razón, sin mayores habilidades intelectivas, comprende que cuando alguien le expresa que le va a hacer una “jugadita”, o lo afirma ante un colectivo popular, de antemano presume que no es algo correcto, bien intencionado o normal, sino todo lo contrario, irregular, tramposo o de mala leche.

Por lo tanto, que al anterior Presidente del Congreso de la República Ernesto Macías, se le haya colado por un micrófono del Senado la expresión que todo el país escuchó: “...esta es mi última jugadita de Presidente...”, encaja a la perfección con los calificativos que antes señalamos.

Si esta era la última, los ciudadanos nos preguntamos ¿cuáles fueron las anteriores y quiénes las padecieron? ¿Esos son los llamados padres de la Patria que representan al pueblo soberano de una Nación respetable como Colombia? ¿Esos son los individuos que nos han recetado como fórmula para dizque abanderar el progreso de esta sociedad?

¿A tales sujetos son a los que la mayoría de los congresistas presentes en la instalación de las sesiones del Congreso, el 20 de julio, de manera cómplice -con valiosas excepciones- no le reprocharon tan deleznable conducta?

En otros países de América Latina, ni siquiera de diferente continente, este grosero y atrevido proceder hubiera generado una hecatombe política de imprevisibles consecuencias, por la forma vulgar como se entorpeció la palabra al representante de la oposición.

Hasta ahora ante semejante episodio, no ha pasado nada. Salvo que el Procurador General de la Nación tomó cartas en el asunto e inició una investigación disciplinaria, pues presuntamente pudieron violarse normas tales como la ley 1909 de 2018, arts. 3, 5 y 14 Estatuto de la Oposición Política; el art. 13 de la Resolución 3134 de 2018 del Consejo Nacional Electoral; el Reglamento del Congreso, art. 19 de la ley 5 de 1992, además de los arts. 1, 2, 111, 112 y 141 de la Constitución Política. Según diferentes medios de comunicación, la Procuraduría ya calificó esta acción como grave a título de dolo.

Ahora que estamos conmemorando el Bicentenario, rindiendo homenaje a verdaderos próceres, una sanción ejemplarizante sería un bálsamo, ante tanta suciedad.

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