VICIOSOS

Fernando Guzmán

1948. Mariano Ospina Pérez dirigiría los destinos de un país en bonanza cafetera. Jorge Eliecer Gaitán, lideraba la oposición. Tan solo quienes orquestaron su asesinato sabían que el sueño de miles expresado en impecables oratorias, seria callado para siempre aquel 9 de abril de 1948, lo que no imaginaban era que la ira del pueblo se convertiría en el Bogotazo, cuota inicial para el nacimiento de las FARC. Quienes se dedicaron no solo a producir dinero (según Forbes el tercer grupo terrorista más rico del mundo), sino también a dejar víctimas al pasar, que según fuentes oficiales, corresponden a 8 millones de personas.

Pero las víctimas de las FARC no corresponden tan solo a las frías cifras señaladas, acá las victimas hemos sido todos. Usted también señor lector.

Con la firma del acuerdo de paz, solo nos queda el magnánimo reto, de construir un país en donde quepamos todos y se respete el pensar, hacer y decir distinto, un país en donde la vida valga más que un acuerdo. Tenemos que ser conscientes que la paz no es inmediata y que requiere de una construcción colectiva, día a día en todos nuestros entornos, comenzando por nuestra casa, pues es en nuestros hogares en donde se siembra y germina la semilla de la verdadera paz.

Sin embargo, esa construcción de la paz se podría ver truncada, si nos dejamos llevar por los extremos que nunca dejaran de ser viciosos. Y es aquí en donde surge nuestra invitación, a ejercer el próximo 27 de mayo nuestros derechos y cumplir con nuestros deberes, a depositar en las urnas un verdadero “voto programático”, que aunque no aplica para las elecciones presidenciales, conforme a lo señalado por el artículo 259 de nuestra Constitución, reglamentado por la Ley 131 de 1994, pues solo aplica a “Quienes elijan gobernadores y alcaldes” a través del cual se “imponen por mandato al elegido el programa que presentó al inscribirse como candidato”, si nos servirá en esta coyuntura para tomar una decisión correcta, alejada de las pasiones y cercana a las propuestas que son al fin y al cabo las que marcaran el sendero que el país recorrerá hasta el 2022.

Años en los que nuestra democracia deberá sentar las bases para una paz estable y duradera, que implica saldar en tan corto tiempo deudas sociales históricas, construir un país competitivo y fortalecer nuestra economía para poder formar y educar familias con valores y principios. Por estas razones tenemos la obligación de elegir al mejor. Al que más esté preparado, a aquel que conozca el país, a un gerente público, un ejecutor. No tenemos tiempo para improvisar y tenemos que avanzar, hacer y cumplir en tan solo un cuatrienio.

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