La otra pandemia

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

La tormenta y la oscuridad de la noche no permiten imaginar un día luminoso y alegre.
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No otra cosa se puede esperar en un país manejado por mafias que se unen cuando quieren hacer figurar sus intereses como los de los desposeídos, que siguen buscando pajaritos preñados  en medio del lodazal de prédicas, títulos falsos, inmoralidad, corrupción, injusticia, desigualdad, destrucción del medio ambiente, discursos veintijulieros, criminales dando lecciones de ética, venta de milagros, reparación de virgos averiados y especialmente el miedo a la verdad que tanto hace sufrir a quienes subieron escalones económicos, sociales y políticos galopando sobre tapetes de sangre derramada por sus víctimas.

La cortada de alas a la enseñanza de la Historia de Colombia era necesaria, para ocultar verdades y taparle los ojos a las nuevas generaciones. Ahora recurren a los servicios de inseguridad del Estado para incriminar inocentes, para perpetuar los falsos positivos, para engrandecer los que venden y compran justicia y los “profesionales” carentes de ética.

Y dentro de esa artillería de los poderosos para que reine la nueva pandemia, el virus de la amnesia, vemos la aparición de la legión de la bayoneta rosadita, liderada por un aspirante a lo que sea, que ocupó  el cargo de  quien es recordado por sus partes de guerra con calzoncillos floriados colgados en alambres de púas. El aspirante rebuznó contra la verdad, la mejor herramienta de los enemigos de paz y blandiendo su espada rosadita propone sepultar la Comisión de la Verdad y arremete sin reparos contra su presidente el padre De Roux y demás miembros, acusándolos, sin fundamento, de detener una posición sesgada, por sus nexos con grupos armados.

Nada más alejado de la verdad. El país conoce al padre De Roux y sabe de sus luchas desde hace muchos años en favor de las víctimas de este conflicto que no termina y cómo se la ha jugado, exponiendo su vida, en busca de la reconciliación. Ahora que la comisión ha emprendido éste arduo trabajo y ha escuchado el clamor de más de once mil víctimas y comienza revelar la verdad de lo ocurrido, los poderosos y responsables de la guerra quieren silenciarlo. Es hora de respaldarlo.

Las decisiones para cambiar el rumbo de este país que se lo lleva satuple, están en nuestras manos. Ojalá, después de esta acuartelada, asumamos conductas que nos lleven por el camino de la verdad y la justicia social.

 

HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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