Trique traque

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Algo anda mal cuando al país lo mueven el miedo y el odio, algo que se riega por todos los lados y por todos los medios, especialmente los de comunicación cuando son fletados. Desagradable, por decir lo menos, que el avispero lo alboroten los que tienen la obligación de dar ejemplo de amor por sus conciudadanos que sufren como de costumbre las consecuencias de los actos de los capataces de la hacienda, que por miedo a que se sepa la verdad, hacen todo lo posible para meterle miedo por lo que sea y al que sea, hasta el perro y los gatos.
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Miedo al que opina, al que piensa, al que trabaja, al que respeta la verdad, al que valora la palabra, al que es solidario, al honesto y al que transmite alegría. Ya con el miedo andando le meten duro al odio a quien sea y por lo que sea. Por ateo, por comunista, por castrochavista, por ambientalista, por pensar diferente, porque  me cae mal o por cualquier vaina.

El  miedo y el odio se han convertido en buenas herramientas de los enemigos de la verdad, de los que tienen miedo a que el país conozca la verdad sobre su pasado lleno de tierras despojadas a sangre y fuego, de masacres de indígenas, de falsos positivos, de desfalcos, de violaciones, de corrupción y de otros males que a muchos le significan votos. A eso hemos llegado y todo lo hacen para que los aceptemos para que nos postremos a sus píes y lo hacen porque carecemos de verdaderos líderes, defensores de las ideas, de amigos de la verdad y de luchadores por la paz.

Menuda visión y enorme misión para los que deseen un mejor país, con educación, justicia, equidad, solidaridad, con sentido de pertenencia, respeto por su cultura y amor por los semejantes, incluyendo el medio ambiente, tema este que como el cultural,  ha ido cayendo en garras de charlatanes y corruptos que convirtieron la ética en papel higiénico.

A uno le da por creer que esta vaina es de humoristas cuando nos quieren hacer creer que Alberto Castilla fue un español traído por los espíritus en busca de las integrantes del Batallón Levante y cuando nos venden por Semana la chiva que Sangre Negra fue un bandolero conservador de Santa Isabel, el pueblo del nevado corrido para abrirle espacio al aeropuerto internacional, antes de la caída de dos de sus rascacielos, destinados para fabricar la vacuna contra la corrupción, que en las riveras del Saldaña y del Totare se vendería con escapularios con las imágenes de Pepe Zuluaga y Benjamin Sotelo, dos líderes precursores del ambientalismo honesto en el Tolima, asesinados por defender a Ataco de los extratictivistas de la pala draga. Con lo recolectado en la venta se contrataría el monumento en homenaje a la gestión ambiental de un tal Jorge Enrique Cardoso, ejemplo de  comportamiento ético, a quien hay que pasarle cuatro herraduras cuando se cambia de zapatos. Los ganaderos amigos de la vaca loca Cabal la están recogiendo.

Ñapa.- Un grupo de armeritas, preocupado por su herencia cultural, investiga lo que tiene de folclórico el baile que se hizo en una notaría para tumbar la herencia de un familiar de una víctima de la tragedia.

HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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