Sufren y aportan

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

La pandemia sigue afectando económicamente a muchos sectores, incluyendo a los que tienen recursos y hasta a los que hacen propuestas de mejorar la situación especulando con milagros. Algunos reciben ayudas, otros solo promesas.
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Pero hay un sector siempre menospreciado, desde cuando dejaron de hacer su sacro oficio en atrios de templos, y al que llamo “mis puticas” con cariño y agradecimiento, que hoy son identificadas como trabajadoras sexuales, por la colaboración prestada en varias jornadas culturales.

Siempre hago mención a la primera balsada por el río Magdalena, con la imagen de Santa Lucía en la fiesta patronal de Ambalema, cuando la guerrilla tenía el control total de Beltrán al frente del puerto. Tras varias idas al puerto para hablar con dueños de canoas y de lanchas para proponerles participación en la balsada, sin lograr uno que parara bolas, desinflado llegué a la Casa Panda, a dos cuadras del embarcadero, me senté y pedí algo para beber. Al pedir la segunda cerveza, el dueño del negocio me salió con el cuento: profe, no sabía que venía a estos sitios. ¿Le traigo una chica? Mejor dos, le respondí y seguí mirando  fijamente hacia Beltrán, cuando una de las acompañantes me preguntó por qué  no hablaba y que se notaba que estaba preocupado, les comenté sobre el proyecto de la balsada. 

Una de ellas se puso de pie. Espere un rato que ya vuelvo, dijo, y llamó a otra compañera y se fueron para el puerto. Al rato llegaron con diez señores. ¡Ellos le van a colaborar! Allí se encontraba el director de una película que se estaba filmando en el pueblo, quien terminó diciendo que ellos se encargaban de decorar el ferry, como en efecto ocurrió.

El día de la balsada, en el puerto no cabía una alma más, aparecieron las canoas iluminadas, se iniciaron los juegos pirotécnicos y apareció el ferry con Santa Lucía, el cura, el obispo y las candidatas y arrancó la procesión encabezada por los artistas y las amigas de la Casa Panda.

En Planadas se hizo una reunión con la comunidad para organizar un evento cultural patrocinado por Colcultura. Se fueron asignando responsabilidades y la representante de la Zona de Tolerancia escogió la organización de los  juegos tradicionales. Los niños se pusieron de ruana el pueblo.

En la alcaldía de Antanas Mockus, bajo  la dirección del maestro Hugo Barrero se organizó una comparsa con niños hijos de prostitutas. Increíble la colaboración de las madres para la buena presentación de sus hijos. El desfile salió de la Plaza Quevedo y dio la vuelta a la Plaza de Bolívar. Ni para que les cuento la colaboración de las amigas de Rancho de Fique, zona de tolerancia, para la rumba allí organizada con motivo de la celebración del primer centenario de la fundación de Santa Chava. Excelente  atención a los visitantes, buena decoración y mucha alegría.

La memoria da para más, para demostrar que “mis puticas” tienen mucho qué aportar y merecen respeto, atención y mucha ayuda en estos momentos. Esta pandemia, por la facilidad del contagio, es un nuevo desafío al que ya de por sí ellas tienen que asumir en su trabajo todos los días.

 

HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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