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A los pocos días del surgimiento del primer brote de la pandemia en Nueva York que dejaba muertos y más muertos a toda hora, el primer round fue protagonizado por Trump y el gobernador, Andrew Cuomo. Los dos estallaron en tremenda bronca. Cuomo y el alcalde de Blassio ordenaron cuarentena extrema y todo el mundo tuvo que guardarse. Entre tanto, Trump aparecía sin mascarilla en la televisión y sugería públicamente que para no dejarse morir del Covid-19 había que tomar cloroquina. Cuomo lo tildó de inmediato de irresponsable. Ante la rápida propagación de la pandemia, el Gobierno de Nueva York dijo que no le habían llegado de parte del Gobierno Federal los test necesarios para la toma de millones de pruebas. Que el gobierno de Trump apenas daba de trescientas o cuatrocientas. Que las entregaba a cuentagotas, pero el número de muertos era por miles. Trump le respondió por Twitter que dejara de quejarse y se pusiera a trabajar.
Ahora Trump y el alcalde de Nueva York pelean por televisión en torno al último mandatario que ordena el regreso a la escuela en el mes de agosto. El presidente y el Centro de Control de Enfermedades consideran que es tiempo de volver a clases presenciales. Argumentan que los niños no se enferman por miles, que ni siquiera muestran síntomas y que si se mueren es un número muy reducido. ¿Qué tal el despropósito?
Cuomo, al igual que sus colegas, los gobernadores de Texas, California y Chicago muy seguramente le saldrán con un tremendo plantón al gobierno de Trump el primer día de clases. Ellos, en consenso con los padres de familia y profesores no comparten para nada esa irresponsable medida y mucho menos la acatarán. Coinciden en que a nuestros hijos hay que seguirlos cuidando en casa y estudiando en línea. Que no hay que mandarlos a la escuela para evitar que se contagien y no terminen matando involuntariamente a sus padres, hermanos y abuelos.
Por lo que ha trascendido, en Bogotá la controversia Duque -López comenzó por el mismo tema. En el caso colombiano Duque VS. Claudia López, libran batalla en consejo de ministros y se refutan públicamente ante la prensa nacional e internacional sobre las medidas de cuarentena. Sobre el insuficiente número de test para las pruebas de coronavirus, sobre el regreso al trabajo y ahora, también, muy seguramente sobre la orden de iniciar clases en todo el país.
Mientras presidente y alcaldesa pelean, a nivel internacional se sigue considerando particularmente grave el crecimiento de la pandemia en nuestro país. CNN, en un reciente informe grabado en Bogotá se dio a la tarea de visitar hospitales y la situación mostrada es bien dantesca, no hay suficientes camas en las unidades de Cuidados Intensivos y para rematar médicos y enfermeras confiesan que tiemblan de miedo cada vez que llega un infectado porque no se les proporcionan las debidas protecciones y blindajes inmunológicos para no resultar contaminados.
A nivel de imagen ciudadana Trump sigue mal, muy mal. No de Coronavirus, sino de credibilidad. La noticia más insólita la reveló la prensa esta semana. Una gran encuesta nacional preguntó al pueblo norteamericano a quien consideraba más inepto para gobernar por razones de salud mental: a Trump, que sigue gobernando en medio de incoherencias psicológicas o a Biden el candidato demócrata que lo ven muy pasadito de edad. ¿Y saben lo que respondieron los gringos y latinos por unanimidad?: que al presidente Trump. Tal vez por ese devastador resultado el Partido Republicano inundó a la radio y a la televisión con un comercial bien agresivo: Biden, un candidato débil para gobernar.
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