Un colombiano en Miami

Hermógenes Nagles

Mi amigo el abogado penalista ex simoniano, Eduardo Montealegre, reapareció en la escena judicial y política después de tomarse varios años sabáticos, con tremendo show de prensa. Con asesor y exvicefiscal a bordo procedió a pasar cuenta de cobro y venganza política cayéndole encima al pobre expresidente Uribe, notificándole que ahora si como exfiscal lo iba a llevar con las manos esposadas ante la Corte Penal Internacional por haber permitido en su gobierno la comisión de delitos de lesa humanidad.
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Actuando macondianamente como Fiscal General de la Nación, sin acordarse siquiera que hace tres años había vencido su periodo, le sacó largo expediente a su otrora jefe de Gabinete. Digo otrora porque Montealegre fue asesor de cabecera de Uribe durante su primer mandato y como tal formó parte del equipo artífice de la última reforma a la justicia que comenzó a cocinarse rápidamente en el Congreso para blindar de inmunidad a los altos funcionarios del Estado, a senadores y representantes y, desde luego a los integrantes de las Altas Cortes, amigotes de Montealegre. Desde entonces se oficializó el pago de favores recíprocos entre los Honorables magistrados, elegidos por el Congreso de la República y estos cuando fueran llamados a juicio por sus jueces naturales los miembros de las altas cortes. Así nació el contubernio de Altas Cortes- Congreso. Yo te absoluciono, tu me absolucionas. Mejor dicho ‘Hagámonos pasito” fue la consigna de esa celebérrima Reforma a la Justicia que se craneó Montealegre en el gobierno de Uribe e hizo aprobar en el mandato de Santos. Inteligente, sagaz, audaz, mi amigo y excompañero simoniano. El mismo día de la embestida pública y tardía de Montealegre contra el senador Uribe, ya por aquel entonces preso en su finca del Ubérrimo, destrozado por la infamia de sus amigos santistas y conmovido por el llanto de su esposa Lina Moreno, el expresidente se resistía a creer semejante infidelidad del famoso ex fiscal tolimense y abogado externadista al cual un día él le dio su bendición para que fuera ternado por su gobierno como nuevo Fiscal General de la Nación, en calidad de encargado. Después Montealegre se dejó enredar de las mieles del poder y de la mermelada de Santos y pasó al bando de los gladiadores del Premio Nobel de la Paz, obrando como enemigo de oficio del alicaído expresidente colombiano que hoy se lleva su mano al lado izquierdo de su humanidad, no porque padezca problemas cardiacos ni porque esté posando para la fotografía de un nuevo afiche presidencial sino porque su corazón sangra a borbones, víctima de la peor traición de sus antiguos aliados políticos. Por este nuevo episodio, Montealegre y Santos muy seguramente pasarán al álbum de la historia patria de Colombia en este tercer milenio como los dos grandes judíos de la política colombiana.

¿Estoy de acuerdo con mi colega María Isabel Rueda quien en La W Radio no salió a defender a Uribe sino a preguntarle a Montealegre por qué si tenía tantas pruebas de la participación directa de Uribe en las grandes masacres paramilitares no lo judicializó siendo Fiscal General de la Nación y lo llamó a responder siquiera en uno de los tan sonados procesos judiciales? Ahora es un ilustre ex fiscal y por eso lo que asevera con supuestas pruebas sobre la mesa ya resultan testimonios trasnochados. Esa es una pregunta que el doctor Montealegre nos debe responder cuanto antes a los colombianos. ¿Por qué se viene lance en ristre con pruebas y documentación extensa sobre la mesa luego de haber tenido la gran oportunidad de hacer justicia cuando se desempeñaba como Fiscal General de la Nación? ¿Es que acaso también participó en los llamados acuerdos del tapen tapen, en el que incurren casi todos los miembros de la cúpula judicial carcomida desde décadas atrás por la corrupción?

Esa tardanza, evidencia que se trata de una vulgar venganza política y deja muy mal parado a mi amigo el doctor Montealegre, personaje tolimense de gran talla política que lamentablemente no ha sabido administrar, como sí lo ha hecho un Gómez Méndez o un Miguel Merino Gordillo, ex ministros liberales de gran valía y de gran señorío.

Lo de Montealegre se ve que es pura y física actitud de revancha. No otra cosa se explica uno cuando el señor Montealegre sale a montar semejante show  diciéndole a la prensa nacional sin que nadie le estuviera preguntando que todos los actos de barbarie del gobierno Uribe fueron delitos de lesa humanidad y que deben pasar a juzgamiento de la Corte Penal Internacional.

HERMÓGENES NAGLES

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