Un colombiano en Miami

Hermógenes Nagles

La prensa de Estados Unidos, el país de Disney, de Blanca Nieves y los 7 enanitos, de personajes y mil aventuras de cómic, de monstruosos policías que más parecen orangutanes y robots de musculatura cinematográfica que matan como máquinas humanas sin un ápice de inteligencia emocional, entró a debatir de lleno el anuncio de un posible golpe de Estado que daría Donald Trump a partir del próximo 3 de noviembre de 2020, apoyado por la más rancia plutocracia compuesta por americanos racistas y ultraderechistas, y alentado por Putin y Xi Jinping desde sus imperios comunistas.
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El presidente gigantón o “elefantón” que habla como loro mojado todos los días dando declaraciones fuera de lugar y que en Gringolandia se interpretan como super locuras, producto de la pandemia del coronavirus o de una mala noche pasada por desvelos con su bella Melania, ahora se le ha dado por decir, sin siquiera ponerse colorado, que si él no gana las elecciones no le entregará el poder a Byden. Ha dicho retadoramente: no habrá transferencia de poder sino continuidad.  Desde entonces, Republicanos y Demócratas, católicos y cristianos, negros y blancos tiemblan del susto porque eso no se lo han escuchado decir jamás a presidente alguno. ¿Los Marines, las tropas, la policía, los jueces, la Suprema Corte le seguirá el peligroso capricho golpista al dictador Trump como pasó en Chile o en Venezuela? A propósito de esta increíble salida del primer huésped de la Casa Blanca, The New York Times acaba de publicar en su edición en español esta advertencia: “desde hace tiempo el presidente Trump ha hecho comentarios sobre la posibilidad de retener el poder más allá de los límites legales”. El editorialista también afirma: en esta campaña Trump ha preparado a sus simpatizantes para que crean que sobrevendrá el zarpazo ante la inminente posibilidad de que la elección de Byden, su más seguro sucesor, sea el resultado de unas elecciones amañadas y robadas. Es decir, producto de un fraude y por esa razón Trump se resistirá a entregar el poder por las buenas. “Aquí estoy y aquí me quedo”, repetirá la frase del sabio presidente colombiano Samper.

Como en EE.UU. la prensa escarba, pregunta, ata cabos, lanza hipótesis gústele o no al gobierno de turno, The New York Times concluye que esa actitud desafiante de Trump en un país que siempre se ha preciado de ser el más celoso guardián de los principios constitucionales y democráticos no es una invención nueva ni exclusiva del multimillonario presidente, sino que obedece a una bien orquestada campaña internacional inspirada en contubernio con su amigo y compinche el señor Vladimir Putin, quien lleva 20 años de dictadura en Rusia y por otro alegre compadre el también dictador y malévolo XI Jinping, sobre este oscuro y maquiavélico pasaje NY Times recuerda a sus lectores: En 2018, después de que el Partido Comunista de China anunciara el fin del límite de dos mandatos para la presidencia, Trump dijo en una reunión de recaudación de fondos a puerta cerrada, que el líder de China “sería presidente de por vida”. “Yo creo que es genial. Tal vez tengamos que intentarlo algún día”, dijo Trump, ante los aplausos de sus partidarios.

Siguen pasando más pandémicos casos fuera de película en los Estados Unidos. El pasado viernes 25 de septiembre el gobernador de la Florida, el tercer estado más golpeado por el Covid 19, tuvo la osadía de declarar por decreto el retorno a la normalidad, sin importar que 700 mil personas sigan muriéndose entubadas en centros médicos y hospitales. El Sr. Ron de Santis, tal vez mareado por unos cuantos rones de más en la cabeza pidió abrir las puertas sin restricción alguna en bares, discotecas, escuelas, playas, restaurantes, iglesias. Por decreto quiso instituir el principio de diviértase hoy y muérase mañana. También echó abajo la orden de usar máscara. Pero oh sorpresa: los alcaldes de Miami y de las principales ciudades le dijeron que no y mantuvieron vigentes sus decretos de cuarentena y de restricción en lugares y establecimientos públicos.  La gente también se quedó en las casas y en encuestas ciudadanas declaró que a esa locura si no le caminaban porque Ron no es un santo sino un perfecto imbécil y está pifiado de remate, tal como le pasa a Trump, su íntimo amigo, jefe y gamonal político.

HERMÓGENES NAGLES

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