¿Es octubre de 2016, el mes más importante de Ibagué en el inicio del siglo XXI?

Juan C Herrera

Independientemente de cómo vayan a votar, octubre de 2016 será un mes histórico para todos los colombianos. Pero especialmente para los ciudadanos de Ibagué, porque deberán responder a dos preguntas y en dos niveles distintos.

A nivel nacional, el 2 de octubre la pregunta del plebiscito: “¿Apoya usted el acuerdo final para terminar el conflicto y construir una paz estable y duradera?” Y a nivel municipal, el 30 de octubre, la consulta popular que definirá en buena parte el futuro de la región: “¿Está usted de acuerdo sí o no que en el municipio de Ibagué se ejecuten proyectos y actividades mineras que impliquen contaminación del suelo, pérdida o contaminación de las aguas y afectación de la vocación agropecuaria del municipio?”

Tanto el voto, la consulta popular y el plebiscito son la materialización de una herramienta contemplada en la Constitución de 1991 y denominadas “formas de participación democrática”. En un país como Colombia, este tipo de oportunidades no son comunes y en octubre los ibaguereños tendrán la posibilidad de ejercerlos por partida triple. El objetivo de estos mecanismos, es sacar la discusión de problemas técnicos de las oficinas públicas y privadas, para que sean discutidos por la ciudadanía en la calle.

En otras palabras, las autoridades nacionales y municipales han extendido un termómetro a la ciudadanía para medir la temperatura sobre qué hacer con el conflicto armado y el medio ambiente. Es decir, la oportunidad para que los votantes sean escuchados y que sus opiniones vinculen. No se trata de un comentario en Facebook ni opiniones que el viento se llevará después de tomar un café o una cerveza.

La opinión de los votantes quedará plasmada en la urna, y a partir de los resultados, el futuro del territorio cambiará. Quizá el plebiscito y la consulta popular, serán para mal o para bien, las decisiones políticas más importantes que el Tolima deberá asumir al menos en la primera mitad del siglo XXI. ¿O cuál otra?

De votar Sí o No, el futuro de nuestra tierra (nacional y local) estará expresamente vinculado a esa decisión. Si bien la activación de los procesos se inició de un lado por la Presidencia de la República y de otro por la Alcaldía de Ibagué, es mejor no asociarlos a los apellidos o a los partidos de las personas que temporalmente están en esas instituciones, ya que no les pertenecen y en pocos años dejarán sus cargos. Esta decisión es para lo que nos queda de vida y para el tipo de lugar que se le pretende dejar a las generaciones futuras.

De otra parte, también es mejor desvincular esta decisión de lo que diga el político que más guste. Hasta aquí, mi intención no es decirle cómo debe votar o cómo debe pensar. Mi objetivo es subrayar la relevancia de lo que parece ser el mes político más importante de este inicio de siglo y sopesar las consecuencias de la decisión.

Independientemente del resultado en las urnas, nos necesitamos los unos para controlar a los otros. Es decir, ya sea para ejercer control a la siguiente etapa del conflicto/acuerdo o frente al tipo de explotación extractiva que se pretende instaurar en el municipio. En otras palabras, de las consecuencias que tendrá el No y que implicaría reiniciar la guerra u otro proceso de paz. O del Sí a la afectación del medio ambiente, etc.

Lo invito a que en su voto, procure aplicar algo sencillo. Algo básico. Por eso, ante la duda o la complejidad que implica la decisión más relevante de esta época. Ya sea que esté muy o poco informado— procure prevenir—.

En caso que considere que deberían ejecutarse proyectos y actividades mineras que impliquen contaminación del suelo y de las aguas. Ante la duda y dado que los daños serían irreparables, prevéngalo y vote No. Las posibles regalías del oro suenan bastante cautivadoras, pero son una quimera. Ahora, si considera que deberá haber otros años de negociación con las Farc o que la guerra continúe —prevéngalo— y mejor sigamos la discusión en la esfera política y no armada. Colombia es el único país de las américas que se levanta y se acuesta con un conflicto armado.

El Tolima es un territorio superior en extensión a estados como Luxemburgo, Irlanda del Norte o Eslovenia. Pero a pesar de este hecho y de todas sus riquezas, ante una compañía minera como AngloGold Ashanti y los intereses económicos que hay detrás del oro, nuestras instituciones y representantes son bastante débiles. En materia política, nuestra voz en Bogotá poco importa y la representación en el Congreso es bastante ineficiente.

Por desgracia, el Departamento del Tolima ha sido un protagonista activo en las distintas olas de violencia de Colombia e incluso en el nacimiento del conflicto armado por el que se le pregunta terminar en la urna. Octubre de 2016 es una excepción y a la vez una oportunidad para cambiar ese destino. Durante las horas que las urnas estén abiertas, por lo que sea que piense votar, tendrá una oportunidad única de grabar su opinión en el libro de la historia. Nuestros antepasados ya fueron engañados por los traficantes del oro y por los amantes de la guerra. ¿Por qué no intentar el camino del respeto al contrario y al medio ambiente?

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