Lo que va de Fidel a Gustavo Francisco

Hugo Patarroyo Murillo

El luto mundial, producido por el fallecimiento de SAR Isabel II del Reino Unido, es una prueba más, que los líderes pueden llegar a ser líderes, sin necesidad de destacarse por su ‘chabacanería’ sino, por su sabiduría, dignidad, sentido de unión y entrega a su pueblo.
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Y si a lo anterior, se le añade discreción, elegancia y altruismo, se conforma así, el pilar fundamental, al que aspiran las sociedades y con las que las grandes mayorías se identifican.  

Es indudable que, en todos los rincones del planeta, a los que les llegue información mediática, el deceso de la Reina de   Inglaterra, ha causado impacto. 

Algunos dirán que, ése tipo de adalides se dan es por allá lejos, en países europeos y que, a nosotros nos falta mucho, para llegar a ésos niveles. Vaya pensamiento tan parroquial.

Ernesto Sábato, el famoso novelista argentino anotaba: “No se puede vivir sin héroes, santos, ni mártires”. El también físico, con el exotismo propio que rodea novelas como ‘El Túnel’ y ‘Sobre héroes y tumbas’ insistía en las libertades individuales y la libre asociación.  De por sí, a los iberoamericanos nos gusta tener a alguien a quién parecernos, a quién emular.  El ejercicio de la política ubica siempre, a una figura en lo más alto del pedestal. El político, por muy sencillo que sea, siempre tiene una figura allá arriba. De todas formas, es importante situarse en términos espacio - temporales. Mejor dicho, saber en dónde se está y, en qué circunstancia, para hacer tal o cual cosa. Como diría Óscar Barreto: “Todo a su debido momento”.

El caso de Fidel, reitera el anterior postulado. Guste o no guste, ‘el Comandante’ emergió en Cuba, en el preciso momento (la isla pasaba por una rotunda crisis social, económica y de valores) y, se convirtió  en el referente político de Latinoamérica para ésa época. Se dice que Castro fue, junto con John F. Kennedy, una de las dos figuras más importantes de América en el Siglo XX. Castro fue “un sobrado”. La tenía clara.  Suyas, fueron frases como: “ Una revolución, sólo puede ser hija de la cultura y de las ideas”,  “Nosotros no le decimos al pueblo: ¡cree! le decimos ¡lee!”  Y… tal vez, la mejor de todas : “Yo rechazo la mentira porque sé que la ignorancia ha sido la gran aliada de la opresión, a lo largo de la historia” (En términos colombianos:  ¡Fuera carreta!) .

Aquí en Colombia, a todos los políticos les ha gustado emular a quiénes llegaron a ser sus ídolos. Unos se creen ‘libertadores’, hasta de las 5 hermanas Repúblicas Bolivarianas. Dada ésa ‘barahúnda’ de cosas, a los connacionales, nos agradaría y quedaríamos satisfechos que en éste período, Gustavo Francisco nos ‘libertara’ del clientelismo y la corrupción que, tanto han rodeado a ‘sus nuevos mejores amigos’. 

De otro lado, sería bueno saber, a cual de nuestras dirigentes políticas le gustaría imitar la figura de la Reina Isabel II. Ahora dirán que, no tienen a un Felipe de Edimburgo a su lado, para que les “haga la corte” ¡Vivir para ver…!

 

HUGO PATARROYO MURILLO

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