Pazalcampo

Hugo Rincón González

El trabajo social que realizan las organizaciones que promueven el desarrollo y la paz en las regiones habitualmente se ha enfrentado a la difícil circunstancia de no poseer recursos económicos suficientes para garantizar un proceso continuo que pueda generar los resultados esperados. Estas instituciones se debaten entre el ánimo decidido de generar dinámicas que mejoren la calidad de vida de las comunidades y la contundente realidad de no tener la certeza de poder hacerlo por la débil financiación que poseen.
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Las organizaciones promotoras del desarrollo y la paz al trabajar con comunidades vulnerables de la Colombia profunda reivindican la autonomía y la posibilidad de no depender de los partidos y movimientos políticos que muchas veces buscan instrumentalizarlas. En Colombia hay pocos ejemplos exitosos de entidades de esta naturaleza que entendieron que lo social no es posible sin un músculo económico que pueda hacer viable su trabajo en un periodo de tiempo que permita generar cambios en las comunidades.

Tal vez el ejemplo más relevante conocido en el país es la ahora denominada Fundación Grupo Social que posee un holding de empresas que generan recursos económicos para garantizar su obra con las comunidades pobres. Desde 1911 su fundador entendió que lo económico y lo social eran dos caras de una misma moneda. Así emprendió el camino que hoy tiene a esa fundación como uno de los grupos empresariales más importantes del país.

Este contexto lo traigo a colación por el surgimiento la próxima semana de una iniciativa que busca contribuir a resolver un cuello de botella para la vida de los campesinos en el Tolima: el problema de la comercialización agropecuaria. Recurrentemente surge en todos los municipios y departamentos como una dificultad muchas veces insalvable. He escrito en este espacio cómo los intermediarios se quedan con las utilidades del esfuerzo titánico que realizan los campesinos en sus predios. He referido que en repetidas ocasiones los habitantes de la zona rural dejan perder sus cosechas por los precios pírricos que tendrán sus productos en las cabeceras municipales.

Ante esta circunstancia y con un generoso apoyo de la Unión Europea a través del proyecto Forpaz se lanzará Pazalcampo, la marca que quiere posicionar la comercializadora agropecuaria para la paz que ha constituido Tolipaz.

Pazalcampo es la marca que busca comercializar los productos que se generan en las fincas de productores agropecuarios que hacen parte de asociaciones con las cuales Tolipaz viene trabajando desde hace más de tres años. Estas organizaciones hacen presencia en territorios afectados por la guerra y como tal han sido víctimas de la confrontación fratricida que se ha vivido en el departamento.

Pazalcampo quiere promover un comercio justo con campesinos de Cajamarca, Rovira, Roncesvalles e Ibagué inicialmente, ofreciendo productos de buena calidad y a buen precio para el consumidor. Se hará un manejo logístico apropiado con prácticas de bioseguridad y la entrega de los mercados a los consumidores se realizará a través de unos bicicarros eléctricos que buscan disminuir la huella de carbono que tanto afecta hoy al planeta.

Pazalcampo tiene en su propuesta de valor el trabajo con campesinos afectados por la violencia, un comercio justo con ellos, productos de buena calidad y prácticas amables con el medio ambiente. La combinación que se propone: el sello social y el buen manejo ambiental.

Pazalcampo será entonces el emprendimiento que busca resolver un problema estructural para la vida de los campesinos, una iniciativa que pretende generar una condición de sostenibilidad financiera para el Programa de Desarrollo y Paz en el Tolima. Su éxito podrá garantizar que pueda mantener su presencia y trabajo en la región con las comunidades más vulnerables y en entornos afectados por el conflicto.

En medio de esta difícil situación generada por la pandemia se vale soñar, se vale creer que es posible emprender ayudando a los excluidos y marginados que habitan la Colombia profunda, esa que tanto necesita que vuelva la paz al campo.

HUGO RINCÓN GONZÁLEZ

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