Estamos amenazados

Fabio Humar

Estamos amenazados. La cosa es seria, según lo dicen los que escriben en varias publicaciones especializadas. No es la guerrilla, ni son las bacrim (aunque deberían ser la más preocupante de las amenazas). No. Ahora son los tribunales y las cortes internacionales.

No me refiero a La Haya, que es cuento viejo. El tema es este: Firmamos, por una década, acuerdos de todo tipo con muchos países. Acuerdos de libre comercio, básicamente. Estos acuerdos suponen una cosa, y es que los países firmantes son “adultos”; adultos, en el sentido de maduros, civilizados, que buscan el intercambio de bienes y servicios entre pares.

Pero ya las publicaciones especializadas dan cuenta de que se nos viene un tsunami de demandas en los tribunales internacionales por cuenta del incumplimiento de dichos tratados.

¿De verdad incumplimos? No, no creo. La verdad es que nunca fuimos capaces de jugar en las grandes ligas. Firmamos esos acuerdos creyendo que podíamos estar a la altura de EE. UU., de Suiza, de la Unión Europea. Pero nunca lo estuvimos.

Usamos la máscara del actor, para figurar adultos cuando en realidad éramos niños. Y ahora vienen las demandas, por la simple razón de que nunca estuvimos listos.

Miren ustedes las vías nuestras, nuestros trenes y los aeropuertos. No dan la talla. Estamos jugando un juego de adultos, siendo infantes. Y ahí vienen las demandas.

No fuimos capaces de cumplir con Suiza, ni con Panamá. Ni con este ni con el otro, por la básica y sencilla de razón de que no estamos preparados, ni nunca lo estuvimos. Lo fingimos, que es distinto.

Hay un dato que lo prueba todo, lo deja claro: Mover una tonelada de carga de EE. UU. a Buenaventura, vale menos que mover esa misma tonelada de carga desde Buenaventura a Bogotá. ¿Y así queríamos competir? Quisimos entrar en el club de los adultos y ahora que vienen las demandas en esos tribunales, en los tribunales de los adultos, nos descubrirán la máscara. Nos dirán, ya lo sabemos, que nunca fuimos los que dijimos, que seguimos sin vías, sin inversión en el campo, con un elevadísimo proteccionismo, que el tren más nuevo tiene 60 años. Nos dirán, en fin, que seamos serios y que mejor no firmemos tratados de libre comercio con los grandes del barrio.

Se avecinan condenas judiciales, no solo la de La Haya. Los tremendos tribunales internacionales juzgarán nuestra incompetencia y nos recomendará meternos con los de nuestro tamaño: Bolivia, Surinam, Venezuela, Paraguay, quizá Haití y Sierra Leona.

Olvidémonos de jugar en las grandes ligas mientras no tengamos pantalón largo. Nos falta mucho.

Comentarios