Proceso de uno

Fabio Humar

Con frecuencia se oyen expresiones como “terna de uno”, “grupo de ninguno” o “cuadratura del círculo” que expresan contradicciones, pero dicen verdades.

Luego de que el señor Santrich no apareciera el 9 de julio para atender el amable y suave llamado (acá estoy siendo cínico, pues la Corte luce amable con este caballero, pero implacable con otros) para rendir indagatoria, queda claro que ya hay más mandos medios y altos de las Farc fuera del proceso que dentro de él.

Entiendo, según las cifras oficiales, que una buena parte de la “guerrillerada”, las bases, aún está dentro del proceso de paz; pero no quiero centrarme en eso, que desde luego me parece importante.

Busco evidenciar que el mando militar e ideológico de las Farc, en buena medida, está ausente del proceso de paz. Y eso me lleva a concluir que todo el proceso, todo ese aparataje, todo ese remezón y armazón institucional, o desarmazón, ha quedado ahí, para el beneficio de dos o tres personas.

Quizá para una, el señor Timochenko.

Estoy por pensar, basado en la evidencia, de que el proceso de paz hoy está funcionado para una sola persona.

Me argumentarán, con alguna razón, que hay más miembros de ese grupo acogidos a ese proceso.

Tienen razón. Pero desde lo meramente simbólico, desde el análisis tomado del imaginario, de lo que son y fueron las Farc, quien más representa ese grupo es el señor Timochenko. Insisto: es algo simbólico; pero cada vez que veo más guerrilleros nutriendo las “disidencias” - o en Venezuela- pienso que todo ese esfuerzo monumental del famoso proceso de paz terminó siendo un esfuerzo del que sacó provecho uno de los beneficiados.

Solo uno.

Mala cosa, desde luego: si algo dividió a este país fue el proceso de paz y toda su fanfarronería, la buena y la mala. La de un lado y la del otro. El plebiscito que permitió contar y enumerar las tropas del otro bando, fue los que más daño nos hizo. Y todo ese desgaste quedará para una sola persona.

Pero bueno, no hay nada de que sorprenderse, si este país es uno de aquellos donde todo, absolutamente todo, sucede por la vanidad de un par de personas. Y este proceso de paz, como está hoy en día, no es otra cosa que una feria de vanidades y egos, que de tanto maltratarse por los golpes que propina la realidad, se hinchan e inflaman disimulando el dolor que padecen.

¿Quién iba a pensar que el cumplido iba a ser Timochenko?

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