La responsabilidad es de todos

Indira Orfa Tatiana Rojas Oviedo

Al abrir el diario El Tiempo de ayer lunes 16 de marzo, encontré un titular: ¿Del comportamiento de cada uno, depende la suerte de los demás?, surgido del diálogo de María Isabel Rueda, con el infectólogo Guillermo Prada, quien le solicita a las personas mayores, no salir mucho de su casa.
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Señala literalmente: “Hablando de personas mayores de 60 años, es fundamental que los jóvenes que se ríen, se ganan la infección con los demás compañeros y creen que a ellos no les va a pasar nada, piensen que tiene papás y abuelos. Los muchachos salen a los bares, a las rumbas, se ganan la infección con los demás compañeros y luego van a su casa y se las pueden prender a sus papás y a sus abuelos. Siempre lo he dicho con la influenza: El nieto consentido, mata a su abuelo adorado”…

En la siguiente página, puedo sintetizar que un comunicado del Estado Vaticano, concluye: “Todas las celebraciones litúrgicas de Semana Santa, se llevarán a cabo sin la presencia física de los fieles”.

Y bien podría realizarse un estudio documental con toda la información en medios hablados, escritos, redes sociales, cadenas de amigos, que ha suscitado el inmenso miedo a un virus que en realidad debe comprenderse y tratarse con la seriedad que implica saber que la falta de prevención y descuido, puede convertirse en la rápida multiplicación, debido a la tranquilidad que muchos quieren manifestar. “Es necesario que se entienda que la transmisibilidad del virus es muy alta, los expertos plantean un contagio entre el 40 y 60 por ciento de la población expuesta, reflexionemos y autorregulémonos, evitemos el contacto social, recordemos que el confinamiento ha sido una de las prácticas que más beneficio ha logrado en China y en Italia, no protegernos a nosotros mismos, es no proteger a los demás, el riesgo no se puede minimizar, protejámonos a nosotros mismos y así a los otros, a los adultos mayores, a los padres, a los abuelos”, lo dice textualmente, una médica española.

Tenemos suficiente información, conocimiento pleno de cómo actuar, es el momento de sacar los valores éticos y morales que implican el cuidado de sí y del otro, el respeto por la vida de todos y de los más vulnerables. Los jóvenes también pueden contraer este virus, entonces no se comprende el optimismo irracional en el que algunos miembros de la población intentan soportarse. Esta no es una historia, ni hace parte de los cuentos que pretenden el escepticismo, esta es una verdad que afecta al planeta y que debemos evitar.

Aquí empecemos a dar valor a la felicidad que necesariamente tiene correlación con la salud, la libertad, el derecho a estar en contacto con los otros, la posibilidad de movilizarnos local, nacional e internacionalmente, muchas veces se desprecian las posibilidades y cuando se restringen, la añoranza cobra fuerza. Del cuidado de hoy, dependerá la felicidad de mañana.

INDIRA ORFA TATIANA ROJAS OVIEDO

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