La actividad educativa en tiempos de crisis

Indira Orfa Tatiana Rojas Oviedo

Vivimos tiempos de incertidumbre, acentuada por los hechos recientes de orden público, en medio de una pandemia que sigue su marcha.
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¿En qué quedan los planes de desarrollo de los gobiernos? ¿Acaso los Proyectos Educativos Institucionales que cada plantel educativo debe tener escrito y en ejecución, sirven de referencia ante tantos hechos nuevos?

Los planteles educativos, en su mayoría, siguen con sus puertas cerradas, la estrategia de la alternancia propuesta por el gobierno para avanzar hacia la paulatina presencialidad queda frenada; el paro general del magisterio oficial, por ahora paraliza la actividad educativa apoyada por medios virtuales.

El Dane, como resultado de la encuesta Pulso Social de marzo-abril, suministra el dato de que en Ibagué un 85.3 por ciento de los infantes y adolescentes continuaban sus actividades educativas y de aprendizaje, bajo la guía remota de sus docentes, principalmente recurriendo a aplicaciones móviles facilitadas por la red internet.  ¿Qué pasará en el futuro inmediato? ¿Hasta cuándo se reanudarán estas actividades de estudio en los hogares? No lo sabemos por ahora.

Es hora de pensar en las manifestaciones del bienestar subjetivo de infantes y adolescentes en estos tiempos de crisis. Situación que se refiere a aspectos de salud mental, de los sentimientos de adolescentes en términos emocionales, afectivos, de estados de satisfacción e insatisfacción que surgen y se acentúan en estos momentos, situaciones que afectan de diferentes maneras el desempeño de los estudiantes en lo relacionado con los resultados de los aprendizajes esperados.

Los sentimientos de soledad, inquietud e irritabilidad afloran como producto de la situación social que vive el país, agravada por el crecimiento de la pobreza monetaria y principalmente de la situación de pobreza extrema que se vive en muchos hogares.

¿Usted diría que en los últimos 7 días ha sentido preocupación o nerviosismo? Los jefes de hogar encuestados en las 23 ciudades capitales, un 34.7 por ciento dijo que sentían tal situación, esto antes del actual paro; otro 16.7 por ciento sintió estados de tristeza.

Si estos ocurren con los jefes de hogar, ¿cómo serán los sentimientos de los infantes y adolescentes?

Ya se ha comenzado a estudiar sobre los efectos de la pandemia sobre el funcionamiento del sistema escolar, pero aún hay muchos vacíos de conocimiento que sirvan de guía para quienes tienen responsabilidades directivas sobre la marcha de la educación.

La Ocde, por ejemplo, establece que en muchos adolescentes la “crisis de ansiedad ante el estudio y sentimientos de incapacidad para superar el estudio” es un efecto negativo producto de la crisis humanitaria mundial que afrontamos. Si la reprobación o “pérdida del año” era notoria antes, ¿cómo será después de la pandemia? ¿Cuáles serán los efectos sobre el rendimiento académico evaluado a través de las pruebas Saber?

INDIRA ORFA TATIANA ROJAS OVIEDO

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