La corrupción, el mayor problema del país

Indira Orfa Tatiana Rojas Oviedo

El Centro Nacional de Consultoría, en la encuesta realizada la semana anterior, al responder a la pregunta: ¿A su juicio, cuál será el tema más importante en la campaña presidencial del año 2022?, obtuvo los porcentajes que se presentan a continuación.
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El desempleo obtiene el primer lugar con un 28 por ciento, la crisis económica por la pandemia el 21 por ciento, educación el 11 por ciento, inseguridad en las ciudades el 6 por ciento, acuerdo de paz con las Farc el 6 por ciento, el narcotráfico el 2 por ciento, la corrupción el 1 por ciento, todas las anteriores el 3 por ciento y no sabe o no responde el 2 por ciento, (Semana, junio 27 de 2021).

¿Acaso la corrupción ya dejó de ser un problema? ¿Qué pasó con la corrupción, siendo que era una de las mayores preocupaciones de los colombianos? ¿la corrupción ya no es una prioridad justamente porque los ciudadanos no creen en las instituciones del Estado y consideran que la lucha está perdida?

Le propongo a usted, apreciado lector, que responda la pregunta de la encuesta y piense cuáles serán a su juicio los tres principales problemas que deberán intervenirse   en el nuevo gobierno.

Porque son innumerables los estudios que ubican a Colombia como uno de los países de alta corrupción, lo cual es contrario a los resultados que arrojó la encuesta.

Es evidente la desesperación por el crítico flagelo del desempleo que ha sometido a cientos de miles de familias a la indigencia, al hambre, al incremento de mendigos en las calles, a mayor inseguridad, a la inequidad e injusticia social, al abandono escolar, a la prostitución, al miedo, entre otros muchos.

Según la Contraloría General de la Nación, diariamente Colombia pierde 140 millones de pesos por cuenta de la corrupción, es decir, 50 billones al año. ¡No hay derecho!

En Colombia hace falta tomar decisiones radicales contra la corrupción, penas máximas como por ejemplo destituir e inhabilitar de por vida en cargos públicos a quienes se apropien de recursos del Estado; privar de por vida del derecho a la pensión a los delincuentes de cuello blanco; expropiar todos los bienes adquiridos durante su mandato si se comprueba apropiación de recursos del Estado incluso a través de testaferrato o de dineros en paraísos fiscales o en cuentas internacionales.

Los colombianos no podemos aceptar la corrupción enquistada piramidalmente en la estructura del Estado, convirtiéndose en uno de los factores de pobreza e inequidad, de atraso en la educación, modernización y desarrollo en plena era de la inteligencia artificial.

Existen muchos ejemplos de países donde la ley es implacable contra los corruptos,  uno de ellos es  Singapur,  donde  a los autores de los delitos conexos se le llega a dar la pena de muerte, es un  imperio de la ley, es el séptimo país menos corrupto del mundo, primer país en educación según Pisa en el 2015,  y se disputa este puesto con China, Japón, Finlandia, cada tres años.

Cuenta con 5.6 millones de habitantes, según el Banco Mundial, allí es más fácil hacer negocios porque es de las economías más abiertas del mundo, se caracteriza por la construcción, la infraestructura futurista, desarrollo del transporte, de la tecnología. Es el gran impulsor del libre comercio, libertad de mercado, seriedad, bajos impuestos,  no hay paros, no hay pobreza, es una de las economías más prósperas del mundo, con fulgurante desarrollo económico. Todo ello se debe a la transparencia y a las leyes implacables contra la corrupción. Colombia no es un país pobre, es un país del que abusan los delincuentes de cuello blanco.

INDIRA ORFA TATIANA ROJAS OVIEDO

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