A manera de reflexión, desde la gestión escolar

Indira Orfa Tatiana Rojas Oviedo

El domingo anterior en el Diario El nuevo Día, fue publicada la página titulada: Una década de investigaciones sobre Gestión Escolar en la Universidad del Tolima, en la cual el columnista Luis Eduardo Chamorro Rodríguez, miembro del grupo de Gestión Escolar, destaca los problemas de convivencia escolar objeto de estudio de los estudiantes de la Maestría en Educación.
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Y es que se convierte en una temática que requiere llenar vacíos de conocimiento para transformar situaciones complejas  en los diferentes contextos escolares que hoy se enfrentan  en el marco de la post pandemia y  que exige reinventar la escuela en búsqueda de la inclusión, el respeto, el interés por aquello que se enseña y cómo se enseña a unas nuevas generaciones de niños y adolescentes  que sueñan con aulas permeadas por la pedagogía del afecto que implica el buen trato , el respeto, la exigencia, el abordaje axiológico desde los valores , en una formación pertinente que requiere la coherente actualización de los planes de estudio donde la robótica, la nanotecnología, la innovación, el emprendimiento, la innovación,  las finanzas, deben ocupar el porcentaje de asignaturas adoptadas por la escuela de acuerdo a las necesidades de formación en el contexto y con unas nuevas formas de comunicación cuando las mediaciones tecnológicas se instalaron en todos los procesos.

Si los estudiantes no encuentran respuesta a sus intereses en la escuela y adicionalmente al reconocimiento de las inteligencias múltiples planteadas por Gardner, no será sencillo impactar su vida, ni  lograr comportamientos sociales nutritivos en la interacción diaria y mucho menos, retenerlos en la escuela. Todo esto exige apoyo y formación a través de las Escuelas de padres, capaces de crear puentes entre la escuela y la familia. 

Hoy, es una urgencia la  modernización curricular, buenas prácticas como parte de los procesos de formación teórico prácticos, convenios interinstitucionales como por ejemplo, con el SENA, visión prospectiva en la evaluación institucional  donde se identifiquen posibilidades de actualización curricular, de lo contrario,  los conflictos en el aula por cuenta de la impertinencia educativa,  van a ser cada día más recurrentes y  el clima escolar y en las aulas,  se tornará más difícil.

Un clima organizacional positivo, como lo expresan Arón y Milic, genera motivación por aprender, incremento de la autoconfianza, mejora la  actitud en el aula y en el entorno escolar, eleva el logro escolar, disminuye los conflictos, mejora el aprendizaje efectivo de valores y cultura democrática que disminuye la deserción. 

Igualmente, diez factores de eficacia escolar coincidentes en la revisión de seis investigaciones, concluyen que la organización escolar requiere  metas compartidas, consenso, trabajo en equipo, liderazgo educativo, orientación hacia el aprendizaje, buen  clima escolar y de aula, altas expectativas, organización   del    aula, seguimiento de los estudiantes, evaluación frecuente, calidad del currículo, aprendizaje organizativo, desarrollo  profesional,  participación e implicación de la comunidad educativa. 

Para todo esto, es imperante contar con el tiempo para pensar en el espacio más importante del quehacer educativo; porque la queja reiterada se debe al exceso de actividades con las cuales debe cumplir el maestro y entre ellas está el de llenar formatos que den cuenta del cumplimiento.  Si en efecto la escuela se convoca para pensar la educación pertinente y  humanizada, habrá transformaciones durante el tránsito de la tercera década del siglo XXI que avanza de prisa.

 

INDIRA ORFA TATIANA ROJAS OVIEDO

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