El acoso laboral

Indira Orfa Tatiana Rojas Oviedo

En este ambiente de violencia y agresiones a las personas, de común ocurrencia en todos los ámbitos geográficos del país, a veces se olvidan o se convierten en invisibles y sutiles comportamientos que afectan las relaciones interpersonales agradables, requeridas para un buen desempeño académico de los estudiantes en las aulas o de personas vinculadas al trabajo en organizaciones sociales privadas u oficiales.
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El acoso, por ejemplo, ocurre a menudo en el ambiente escolar, cuando operan actos de intimidación física o psicológico, al que se refiere la Ley 1620 de marzo del año 2013, conocido como acoso escolar o bullying, una “Conducta negativa, intencional metódica y sistemática de agresión, intimidación, humillación, ridiculización, difamación, coacción”, a través de palabras, entre ellos los apodos y la burla entre los estudiantes o de los docentes contra estos.

Pero, también hay acoso laboral, como una manifestación de Comportamiento Organizacional que afecta el desempeño de funcionarios o empleados de una empresa privada o de un establecimiento educativo. En este caso, también hay una ley vigente, la Ley 1010 de 2006 que define el acoso laboral como “toda conducta persistente y demostrable, ejercida sobre un empleado, trabajador por parte de un empleador, un jefe o superior jerárquico inmediato o mediato, un compañero de trabajo o un subalterno, encaminada a infundir miedo, intimidación, terror o angustia, a causar perjuicio laboral, generar desmotivación en el trabajo, o inducir la renuncia del mismo”.

Me ocupo del acoso laboral, porque ocurre a menudo y se convierte en un problema cuando afecta el clima social laboral y emocional necesario para un buen desempeño de las personas en el cumplimiento de funciones y responsabilidades, para cada caso.

En tiempos de pandemia, se acrecentaron situaciones que se tipifican como afectaciones a la salud mental o de acoso laboral para lo cual hay leyes, como las hay para todo.

Todo jefe o director y los funcionarios en general esperan el cumplimiento exitoso de las tareas que se le encomiendan en el desempeño de un cargo. Pero se espera, de unos y otros, que se den las condiciones dignas, justas y equitativas, que propicien la armonía en las relaciones interpersonales, un buen ambiente laboral de satisfacción, la colaboración y actitudes positivas que generen un ambiente de felicidad, alegría, sentimientos positivos, propios de un liderazgo directivo “nutritivo”, deseable y de buena aceptación.

Hay que erradicar de las organizaciones sociales, manifestaciones del imperio de emociones negativas de tristeza, miedo, ira, enojo, depresión, estrés y a cambio de ello, sembrar entusiasmo y motivación para contribuir al disfrute laboral no como un peso o una carga. 

El éxito tiene que ver con el logro eficiente del plan de trabajo y la capacidad de liderar para transformar sin que el ambiente se intoxique, sin afectar o constreñir.

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INDIRA ORFA TATIANA ROJAS OVIEDO

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