El mal conductor de vehículos

Es común en nuestras ciudades colombianas, Ibagué no es la excepción, observar en la vía publica conductores que no respetan las más elementales normas de conducir.

El transporte colectivo, las populares busetas, los taxis y, por supuesto, los vehículos particulares son, en muchas ocasiones, un riesgo para los peatones y para las pocas personas que conducen con apego a los estándares del buen manejar. A pesar de las campañas nacionales y municipales, como es el caso de las adelantadas por la actual Secretaría de Transito de Ibagué, pareciera que  a quienes conducen esto no les interesa. La “inteligencia vial” es para otros y no para sí mismo.

¿Cuáles son las causas de esta cultura del atropello y la impulsividad para manejar? Sin dejar de lado la causa principal, que es la falta de educación y de apego a las normas y a la ley, la medicina y la psicología tienen explicaciones a estos comportamientos. Investigaciones de genética humana han definido genes como el de la solidaridad, el de la seducción, el de la infidelidad, en fin, genes que tratan de explicar la base biológica de las cualidades humanas, las cuales no hubieran sido posibles sin el conocimiento del ADN.


Una reciente investigación de la Universidad de California muestra la posible existencia de un gen relacionado con la habilidad para conducir un vehículo o, en otras palabras, la incapacidad para conducir como se debe. Personas que poseen el componente de un determinado gen son más torpes para conducir que las que no lo poseen. La investigación da pie para afirmar que el 30 por ciento de las personas en este caso en California, donde se llevó a cabo la investigación pero seguramente aplicable a otras realidades, es portador de la variante genética que se asocia al mal conducir. La investigación de la Universidad de California se llevó a cabo en 29 voluntarios, de ellos siete tenían el citado gen, hallándose que su habilidad para tomar curvas y hacer giros en un simulador fue un 22 por ciento peor que la de los otros 22. Repetida la prueba, los resultados a los cuatro días fueron los mismos. Según el Dr. Steven Cramer, neurólogo, director del estudio, “los siete participantes cometieron más errores y olvidaron lo que habían aprendido con anterioridad sobre los giros y las curvas del simulador”.  


No es solamente la genética la que da luces sobre el mal conducir. La psicología ilustra aún más. Personas con alteraciones de la conducta, como es el caso de quienes presentan síntomas de ansiedad, de agresividad, dificultad en las relaciones interpersonales e imposibilidad para controlar sus impulsos, son pésimos conductores. Estudios desarrollados en Canadá demuestran que uno de cada tres conductores admite haber sido víctima de otro conductor violento. En Estados Unidos, se calcula que cada cuatro de cinco personas con la denominada “furia al volante” son hombres. Está comprobado que las personas que sufren de síndrome de ansiedad y agresividad o de hiperactividad no responden fácilmente a las campañas usuales que llevan a cabo las autoridades de tránsito.


Se aproximan las vacaciones y los viajes por carretera hacia destinos turísticos. Ya que no es posible efectuar exámenes genéticos, sí es posible redoblar las campañas para controlar a los furiosos del volante.

Credito
PABLO ISAZA

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