El porqué de la crueldad humana (I)

Que la moderna tecnología puede llegar algún día a leer el pensamiento no es ya una suposición. La ciencia la utiliza una multiplicidad de estudios para conocer e interpretar el pensamiento humano.

Un reciente estudio llevado a cabo por dos universidades, la de Princeton y la de Duke en los Estados Unidos, ha demostrado que la capacidad para cometer actos atroces esta relacionada con la suspensión en la actividad de una red de células cerebrales, que son las encargadas de la apreciación que nuestro cerebro tiene frente a otra persona. Para reconocer a y valorar a alguien que esta en nuestro campo visual, el cerebro activa estas células y reconoce que se esta frente a un ser humano. La no activación, deshumaniza el pensamiento y la valoración de la otra persona. Esta reacción cerebral abre la posibilidad de que no la percibamos como completamente humana, según el Dr. Lasana Harris, quien ha dedicado su carrera profesional a estudiar comportamientos y conductas.  

Los estudios dirigidos por el Dr. Harris son una combinación de la tecnología de Resonancia Magnética, que toma fotografías del cerebro, y la neurociencia social, disciplina dedicada a entender como el sistema biológico, el organismo, en este caso el cerebro, funciona para desarrollar o adoptar determinadas actitudes o conductas. Si se está frente a una persona, inmediatamente nuestro cerebro inicia un veloz proceso para tratar de interpretarla, formarse una imagen de ella y reaccionar positiva o negativamente. Nos cae bien, hay empatía o por el contrario nos desagrada. En el proceso, intervienen en nuestro pensamiento, las circunstancias sociales en que se encuentra esa persona.


La investigación del Dr. Harris se llevó a cabo en 119 personas jóvenes, con edad promedio de 20 años, a quienes se les iba “fotografiando” el cerebro en la medida en que veían imágenes de personas en diferentes condiciones. Reaccionaban con orgullo cuando veían un estudiante de universidad; con envidia frente a ejecutivo de negocios; compasión frente a un hombre anciano o una mujer en condición de discapacidad; y rechazo al ver a un indigente o un drogadicto.      Posteriormente, se les pidió que se imaginaran un día en la vida de cada una de estas personas encontrándose que la red de neuronas del cerebro no se activó  (falló) cuando se trataba de drogadictos, indigentes, y otras personas pobres y sin hogar. Esta reacción prácticamente “deshumaniza” a este tipo de personas y el cerebro no se ocupa de tratar de pensar en las condiciones y experiencias de estos seres humanos.


Las investigaciones en el campo de la neurociencia social, como la detallada, han llevado a los científicos a afirmar que esta falla o desconexión cerebral es capaz de llevar al hombre a cometer las mayores atrocidades como la tortura, el genocidio o la guerra degradada. Se explicarían así episodios de la historia de la humanidad en los que no es posible comprender como se llegó a genocidios como los de la conquista de América; la eliminación de pueblos enteros por causas religiosas; o la de los alemanes contra el pueblo judío. Quienes estaban frente a los victimarios no eran reconocidos como seres humanos.


Lasana Harris. Fuente: Duke Institute for Brain Sciences.

Credito
PABLO ISAZA

Comentarios