Estrés y enfermedad de Alzheimer (I)

La tasa de incidencia de la enfermedad de Alzheimer aumenta en el mundo, especialmente en los países ricos, sin que esto signifique que este incremento no se dé también en países pobres.

Ya se puede contar entre las primeras causas de morbilidad junto con la enfermedad coronaria (corazón), la diabetes, los accidentes cerebrovasculares (derrames cerebrales), condicionadas por malos hábitos como el tabaquismo, el alcohol y el abuso en las comidas, camino seguro a la obesidad, la peor de las condiciones para deteriorar la salud.   

Ahora, un estudio desarrollado por científicos del Centro de Investigación Médica Aplicada (Cima) de la Universidad de Navarra ha encontrado que el estrés crónico suave, definido como la presencia en la vida diaria de alteraciones o pequeños impactos y situaciones que alteran lo que se podría denominar la tranquilidad para llevar a cabo las acciones propias de lo cotidiano, estaría relacionado con el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. En animales de experimentación, el estrés crónico suave consiste en alteraciones en la luz de las jaulas, cambio en horas de alimentación, ruidos, que producen cambios en su comportamiento. Es de uso común por científicos, la manipulación genética de ratones para producir cambios y generar enfermedades que luego son neutralizadas, por ejemplo, con un medicamento en experimentación.


La directora del estudio informó que utilizando ratones sometidos a un estrés crónico de seis semanas de duración, se observó que los animales sufrían una pérdida de memoria severa, y aumento de las dos sustancias que en laboratorio clínico indican que se está en presencia de Alzheimer; la enfermedad  se comprueba mediante exámenes de TAC y laboratorio; los resultados indican que las dos sustancias, en este caso proteínas, se acumulan en el cerebro de los pacientes con Alzheimer. La importancia del estudio radica en la comprobación de la influencia del estrés crónico en el desarrollo de pérdida de memoria y Alzheimer en personas que tiene una predisposición genética a padecerla.


No solamente el estudio de la Universidad de Navarra muestra la relación entre el estrés crónico con Alzheimer; otros estudios así lo indican. ¿Cuál es la respuesta a este hallazgo, cuando la vida actual se caracteriza por producir estrés casi permanente? Se podría aventurar, con base científica, si no una solución amplia, sí una aproximación a la prevención de la situación que muestran los estudios de los investigadores de la Universidad de Navarra.


El cambio de actitud y de hábitos de vida son el comienzo de la prevención de la pérdida de  memoria, del Alzheimer y de la demencia senil;  la dieta sana sin excesos que lleven a la obesidad; el ejercicio físico, de rendimiento en los jóvenes y moderado en los mayores; el consumo de alcohol moderado; el adiós al hábito del cigarrillo; el ejercicio de la memoria y la rutina de actividades intelectuales, son, entre otras acciones para evitar sufrir de una enfermedad deteriorante como el Alzheimer. En lo comunitario, el control por parte de las autoridades de estresantes crónicos severos, no ya suaves, como el ruido de vehículos con pitos y bocinas y en las noches con música a alto volumen.


Finalmente, una terapia agradable y diaria: el consumo de café como preventivo del Alzheimer.

Credito
PABLO ISAZA

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