La mortalidad materna

La mayor mortalidad se produce en África y Asia, con el 95 por ciento, mientras que en América Latina en 2005 fue el cuatro por ciento y en los países industrializados el uno.

La mortalidad materna, aquella que ocurre durante el embarazo, el parto y el puerperio, no debe existir. Es una vergüenza en el mundo moderno. En el pasado, la llamada “fiebre puerperal” mataba un porcentaje alto de las madres en los días posteriores al parto, debido a infecciones que no era posible controlar por ausencia de medicamentos; los antibióticos llegaron para disminuir este flagelo; sin embargo, la mayor contribución fue hecha por las medidas higiénicas en el momento del parto.

Apartándonos de lo estrictamente biológico y médico, la mortalidad materna es uno de los indicadores más fieles, junto con la mortalidad infantil, del nivel de desarrollo de un país; a la par de indicadores económicos como el Producto Interno Bruto (PIB) o como el ingreso per cápita, está la mortalidad materna, según las técnicas de medición del desarrollo en el mundo. Estadísticamente, se reporta como el número de madres muertas por cada 100 mil niños nacidos vivos. Así, la cifra mundial de muertes maternas promedio en el mundo es de 400 por 100 mil nacidos vivos, pero, la perversidad de los promedios esconde que en Australia es de cuatro y en Islandia, 10; en el reverso de la moneda, en Sierra Leona es de dos mil y en Afganistán de mil 900. Con esto basta para saber, así fuera el único indicador disponible, que Australia y Finlandia tiene un mayor nivel de desarrollo que Sierra Leona. En los países desarrollados el promedio es de 20 muertes por 100 mil nacidos vivos y en los denominados subdesarrollados, de 440.

La mayor mortalidad se produce en África y Asia, con el 95 por ciento, mientras que en América Latina en 2005 fue el cuatro por ciento y en los países industrializados el uno. El riesgo de que una mujer muera en el parto o postparto es 40 veces más alto en Sierra Leona que en Inglaterra o Australia.

Las Naciones Unidas han incluido la mortalidad materna como uno de los indicadores importantes para medir el desarrollo de los países en el 2015 en los denominados Objetivos del Milenio. Infortunadamente, Colombia no ha podido cumplir con la meta que es llegar a una máxima tasa de 45 o menos por mil nacidos vivos. Según las propias Naciones Unidas, el país, a pesar de que el 97 por ciento de los partos es atendido en instituciones de salud y no en la casa, persisten problemas de calidad en los servicios, que se traducen en una razón de mortalidad de mujeres gestantes de 75.6 muertes por 100 mil nacidos vivos, una cifra muy alta comparada con el nivel de desarrollo de Colombia. Las diferencias por departamento son abismales: mientras en Antioquia la tasa es de 42, en Chocó es de 200 por mil nacidos vivos.

Lo lamentable en Colombia es, que muchas de las muerte se producen por barreras económicas o lo que es peor, administrativas, el “papeleo” que impide la atención inmediata de un parto complicado. ¿Logrará Colombia ingresar al mundo, en el 2015, de los países orgullosos de informar que en su territorio, las muerte maternas son cero?

Parece que no será así, por sus condiciones de pobreza y su deficiente sistema de salud.

Credito
PABLO ISAZA

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