Otro café por favor, para evitar la demencia

En una conversación de amigos, en el sitio acostumbrado, generalmente un café o una cafetería, uno de los asistentes se pregunta si será bueno tomarse otro “tinto”, pues ya se tomo uno;

si frente a él, como contertulio, tiene al Dr. Gary Arendhs  investigador científico del Hospital de Asuntos de Veteranos de St. Petersburg, Florida, la recomendación es “ tómeselo y si lo desea  tómese uno más, para ayudar a prevenir el deterioro cognitivo leve, la demencia senil y el Alzheimer”.

El Dr. Arendhs es el director de un estudio sobre la relación entre café y enfermedades que afectan el intelecto, especialmente en la tercera edad, encontrando que aquellos pacientes con un deterioro leve que tomaban café dicho deterioro no progresaba; ciento veinticuatro personas mayores de sesenta y cinco años fueron estudiadas; a todos se les practicaron pruebas de laboratorio clínico y evaluaciones neurológicas; fueron clasificados en categorias de normal, con deterioro cognitivo leve y con franca enfermedad de Alzheimer.


Se les hizo seguimiento durante cuatro años evaluándolos a los dos años y al final del periodo de cuatro años; se clasificaron en cinco grupos: el primer grupo, el de quienes al inicio se denominaron como normales y siguieron siendo normales; el segundo, inicialmente normales, pero que desarrollaron deterioro cognitivo leve; el tercero, con deterioro cognitivo leve inicial y que permanecieron así; el cuarto, con deterioro cognitivo leve, pero que desarrollaron demencia y el quinto con demencia al principio y que continuaron con la enfermedad. A todos se les midieron los niveles de cafeína en sangre; quienes se presentaban con deterioro cognitivo leve tenían menos niveles de cafeína que quienes permanecían normales; en cuanto a la relación entre los que inicialmente tenían deterioro cognitivo leve y desarrollaron demencia, sus niveles de cafeína eran inferiores. Al cuantificar en porcentaje, quienes tenían niveles de cafeína en sangre altos no progresaban en un 100 por ciento a demencia. Los pacientes que no tuvieron progreso de enfermedad eran consumidores habituales de café.


La cantidad de café necesaria para alcanzar un nivel crítico parece ser de tres a cinco tazas diarias; las cinco tazas significan 500 mg de cafeína. Científicamente se demostró que la administración oral a largo plazo de café con cafeína impide el deterioro cognitivo; algo más, la cafeína tiene que ser proveniente del café y no de otras bebidas que la contiene como el té, el chocolate o algunas bebidas gaseosas; aparte de la cafeína, el café es rico en antioxidantes y compuestos anti-inflamatorios que también pueden contribuir a reducir el riesgo de demencia. El café disminuye la posibilidad de que el organismo genere una sustancia perversa, causante del Alzheimer llamada amiloide-beta y beneficia el aumento de otras sustancias buenas que impiden la enfermedad.  


Como en todo trabajo científico, las investigaciones del Dr. Arendhs, así como las  de otros médicos que han estudiado los efectos de la cafeína en ratones a los que se les ha producido el Alzheimer, dichos trabajos pueden tener limitaciones; estas están relacionadas con los hábitos de vida, la dieta y el ejercicio; sin embargo, todas ellas concluyen que la cafeína del café es benéfica para las actividades del cerebro y en alguna forma disminuyen su deterioro. 

Credito
PABLO ISAZA

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