Salud mental, Colombia, conflicto y postconflicto (II)

En un escenario de guerra, una escuadra compuesta por nueve soldados al mando de un sargento realiza labores de inspección luego de un combate.

Su misión es la de encontrar a cinco compañeros que durante las acciones se separaron del grupo para fortalecerse en una hondonada y así resistir mejor el fuego enemigo. Cuando el sargento y sus hombres llegan al sitio en donde se hallaban sus compañeros, los encuentran destrozados por un proyectil de mortero. Uno de los soldados rompe en llanto, no puede resistir la visión de sus compañeros muertos. Es consolado por su superior inmediato. En la noche no puede conciliar el sueño y más tarde entra en un estado de aislamiento y silencio total; ha desarrollado un síndrome de depresión mayor, trastorno mental de no fácil manejo psiquiátrico. Es uno más de los miles de combatientes que cada año en el mundo engrosan las filas de las víctimas de la “neurosis de guerra”. En Irak, Pakistán, Afganistán, Siria o Colombia, los países que, según los centros de estudios especializados, viven las guerras más crueles y degradadas del mundo actual.

Un  soldado muerto es una cifra estadística; pero ese soldado muerto es una tragedia familiar; la frase es atribuida a José Stalin, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando en la sola batalla de Stalingrado murieron un millón de combatientes. Lo mismo podría decirse del soldado que entró  en el laberinto de la neurosis de guerra, uno más, en Afganistán, Siria o Colombia; una cifra estadística; una tragedia mas, personal y familiar. Es la alteración de la salud mental de un hombre joven que tendría un porvenir mejor si no hubiera sido víctima de la neurosis de guerra. 

La guerra produce un “trauma psicosocial” tanto al individuo que ha sufrido una experiencia negativa en un escenario de guerra, como en la sociedad. La vida después de la vivencia esta “dolorosamente fragmentada y desorganizada”, como si estuviera “disociada y hecha añicos” según  psiquiatras y psicólogos estudiosos de estos padecimientos. La incapacidad para prever o anticipar el porvenir no existe en el excombatiente o el desplazado.  Después del trauma, persona o familia siente que “no sé ahora quien soy ni como podré  volver a ser el mismo de antes”. “No tengo ni idea en quien me convertiré”.

El “estrés postraumático”, trastorno mental de quien ha sufrido un impacto emocional por un suceso, ya sea natural como un terremoto o producido por el hombre, como una guerra, es un problema  mental clasificado en las afecciones de este tipo por la Organización Mundial de la Salud.  Se le define  como el conjunto de síntomas físicos y psicológicos que experimentan las víctimas y testigos de situaciones traumáticas breves o duraderas (catástrofes naturales, guerras, accidentes graves, muertes violentas, torturas y violaciones, etc.), que surgen como respuesta tardía o diferida a tales acontecimientos estresantes y pueden persistir largo tiempo después de los mismos. El estrés postraumático es de difícil manejo y tratamiento.

Detener la guerra es el primer paso para evitar que cada día, en Afganistán, Siria o Colombia, mas personas engrosen la cifra estadística de la “neurosis de guerra” o el “estrés postraumático”.  

Credito
PABLO ISAZA M.D.

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