Los niños y la guerra

El conflicto armado que vive Colombia, de una violencia inusitada, lleva cincuenta años. Son varias las generaciones de niños y niñas, especialmente en las zonas rurales que nunca han vivido la experiencia de la paz, la seguridad y la ausencia del miedo y temor constante.

En toda sociedad civilizada cada niño y niña tiene derecho a la seguridad, a la educación, al afecto y a la protección de sus padres; de la familia cercana y del entorno en que vive; para un niño o niña, la guerra es una traición del adulto, según palabras de investigadores médicos de diferentes conflictos en el mundo; aun aquellos que no presentan la violencia y degradación del conflicto colombiano.

El niño y la niña en la guerra siempre son víctimas; víctima de violencia, de abuso sexual, de desplazamiento; esta indefenso ante circunstancias y sucesos que no entiende y no sabe porque suceden.

Pero además el niño y la niña son víctimas desde otro punto de vista; el niño-soldado, reclutado a la fuerza, el niño y la niña hijo del soldado o del guerrillero, sigue siendo la víctima, víctima marcada para toda la vida.

Según un reciente informe de la Naciones Unidas, “millones de niños son capturados en conflictos en los que no sólo son espectadores, sino objetivos.

Algunos caen víctimas de una ofensiva general dirigida contra civiles. Otros mueren en un genocidio calculado.

Otros niños sufren los efectos de la violencia sexual o múltiples privaciones en los conflictos armados, que los exponen al hambre y a la enfermedad.

Y, lo que es igual de espeluznante, miles de jóvenes son cínicamente explotados como combatientes.”

Es por ello que el máximo organismo mundial, así como lo ha hecho el Papa Francisco, claman por la finalización de los conflictos en el mundo en los cuales las primeras víctimas son las niñas y los niños.

La relación de los niños y las niñas con la guerra es tan intensa como compleja; están permanentemente expuestos a violencias cambiantes; de la violencia guerrillera se pasa a la violencia paramilitar y de ella a la violencia común; niños reclutados en uno u otro bando terminan fácilmente en la delincuencia cuando llegan a la adolescencia.

Al niño de la guerra se le destruyen los cimientos de su desarrollo y de su vida como son la familia, la escuela y la red social y económica.

Desde el punto de vista de la salud mental estudios han demostrado las dificultades psicológicas derivadas de las experiencias traumáticas, especialmente después de las dos guerras mundiales.

Los estudios realizados con las víctimas, niños y niñas, han mostrado los efectos devastadores de las experiencias traumáticas, su larga duración e incluso su transmisión a generaciones posteriores; la fuerte implicación de los niños y las niñas en el conflicto y la forma en que se ven afectados.

La naturaleza política y violenta de un conflicto larga duración se heredan de generación a generación.

Las Naciones Unidas seguirán insistiendo en el fin de los conflictos armados para preservar al niño, la niña y las posteriores generaciones.

Credito
PABLO ISAZA M.D.

Comentarios