Cambios en el estilo de vida impiden el declive mental

Pablo Isaza Nieto

Es un hecho aceptado en los consensos médicos y en la Organización Mundial de la Salud que el deterioro cognitivo y la demencia en la población anciana constituyen una epidemia que conlleva cargas humanas, sociales y económicas significativas. La OMS y la Cumbre del G8 Sobre Demencia de 2013 han subrayado la necesidad de adoptar medidas preventivas para frenar la creciente epidemia de demencia. Varios estudios sugieren que existe un vínculo entre los factores de riesgo que afectan el corazón y las arterias, el riesgo de demencia y los estilos de vida que pueden ser modificados.

Un estudio publicado en la revista Lancet el 11 de marzo, conducido por el Dr. Miia Kivipelto, PhD, Instituto Karolinska, Estocolmo, Suecia, uno de los institutos más prestigiosos del mundo, apunta a comprobar las relaciones existentes entre los estilos de vida y el riesgo de demencia. El objetivo del estudio era determinar el impacto de una intervención para variar los estilos de vida y así prevenir el deterioro cognitivo en las personas mayores en situación de riesgo.

El cambio en los factores de estilo de vida incluían actividad física, dieta, disminución de los factores de riesgo vascular y entrenamiento cerebral, dirigidos a personas con lenta declinación cognoscitiva y con un grupo control de individuos sanos mayores

Con los resultados del estudio es la primera vez que se demuestra que es posible reducir el riesgo de deterioro cognitivo con los cambios de estilo de vida. El profesor Kivipelto dice que “hemos visto estudios epidemiológicos sugiriendo asociaciones entre diversos factores de riesgo y deterioro cognitivo o demencia, pero ahora realmente se tiene un estudio que demuestra que las intervenciones de estilo de vida pueden reducir el riesgo de demencia. Ha sido muy difícil probar qué es exactamente lo que funciona para reducir la demencia o el deterioro cognitivo. Ahora se demuestra en este estudio”. Continúa con alegría, que “ahora lo hemos hecho. Nuestros resultados sugieren que la prevención es clave. Podemos hacer cosas antes que se desarrollen problemas de memoria. Podemos reducir el riesgo. Y nuestras intervenciones no son difíciles de hacer, son muy sencillas y pragmáticas”.

Las intervenciones se centraron en un programa de cuatro áreas principales: ejercicio físico basado en las recomendaciones habituales consistente en el desarrollo de la fuerza muscular que se posee, una a tres veces por semana; ejercicio aeróbico dos a cinco veces por semana; cambios en la dieta apuntando así a lograr una nutrición adecuada libre de alimentos con altos contenidos grasos y de hidratos de carbono; seguimiento y control de los factores de riesgo cardiovascular con mediciones regulares de la presión arterial, peso, circunferencia de la cadera y la cintura, exámenes físicos y recomendaciones para el manejo de estilo de vida.

¿Conclusión? Forme un grupo para aprender un nuevo idioma, únase a una clase de baile, a un grupo de caminata o clases de pintura y cocina.

¿Puede existir un tratamiento más barato que éste para prevenir la demencia y la enfermedad de Alzheimer?

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