La quiebra e intervención de Saludcoop

Pablo Isaza Nieto

La intervención y posterior liquidación de Saludcoop es el desenlace fatal de una de las instituciones vendidas a la opinión pública como la estrella del Sistema de Salud Colombiano, Ley 100 de 1993. Desenlace fatal porque no existe empresa en un país de medianos ingresos como Colombia, según la clasificación que otorga el Banco Mundial a los países en el mundo, que resiste un salario de noventa millones de pesos (treinta mil dólares al cambio de hoy) mensuales para el gerente de dicha empresa. Ni resista honorarios por alguna asesoría jurídica de cinco mil millones de pesos a un bufete de abogados. Ni resista que las cotizaciones de los afiliados se utilicen en inversiones diferentes a la salud.

Quien fuera ministro de hacienda hace unos años y actual gerente de Ecopetrol, Juan Carlos Echeverry, manifestaba que el sistema de salud colombiano desde el 2008 había dejado de ser estable y que al sumar los negativos desde 2009 el déficit equivaldrá al 55% del Producto Bruto Interno (PIB) del país, suma estrambótica para un sistema de salud. Según Echeverry el déficit que se acumulará de hoy al año 2030 será de 300 billones de pesos. El planteamiento del entonces ministro era muy sencillo: esperaremos al año 2030 o 2050 para que ni vendiendo la mitad del país se pueda subsanar el déficit; alguien se podría preguntar, en una forma más racional ¿y porqué no se cambia el sistema para que no se llegue a ese monumental déficit? No, esto ni plantearlo, según se desprende de todos los intentos hechos por parte de asociaciones médicas y de pacientes, y las negativas de quienes tienen a su cargo las decisiones políticas a hacerlo. No, según dicen las autoridades desde hace más de 22 años, el sistema es un modelo en el mundo y no hay porque cambiarlo.

Sí, es modelo, solamente que las denuncias de corrupción son cada día más graves; que la medicina curativa reemplazó a la medicina preventiva y que ocupamos uno de los más deshonrosos últimos lugares en el mundo en mortalidad materna y uno de los primeros en tuberculosos en Sur América.

Ahora, la estrella, la EPS de mostrar internacionalmente según los defensores de las EPS, deberá ser liquidada por insolvencia y corrupción, con los problemas que esta figura trae para más de cuatro millones de afiliados. Las preguntas son: ¿podrá Cafesalud recibir este número de afiliados y atenderlos oportunamente y con calidad? ¿Los 30 mil empleados tendrán las mismas garantías?

Según informaciones de prensa con los recursos de la liquidación no se alcanzarán a pagar las deudas a los hospitales y clínicas además de una multa que le impuso la contraloría por un valor de 1.5 billones de pesos. Y es que los dineros que se manejan en la salud de Colombia, en manos privadas, se cuentan en billones.

Palideció y desapareció la estrella mayor. Seguirán ahora las estrellas menores, pero el sistema no se desmonta. ¡Cómo! Si es modelo en el mundo del neoliberalismo.

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