Ibagué en el Siglo XIX

Pablo Isaza Nieto

Ibagué cumplió, el viernes pasado 14 de octubre, 466 años de haberse fundado, habiendo pasado de dos mil 14 habitantes en 1830 a casi 600 mil habitantes al día de hoy.

En 1830, la mayor parte de su población era blanca y mestiza. A diferencia de ciudades como Popayán, Cartagena o Cali, la población negra era escasa; solamente 32 personas, lo que constituía el aproximadamente el dos por ciento de la población. En Cali era del 16 por ciento.

En la edición del periódico ‘El Filólogo’ de Honda, del 15 de julio de 1869, se publicó lo siguiente: “Ibagué, situada a muy corta distancia del río Combeima, que desciende del Nevado del Tolima, y en un rincón del gran valle del Tolima, es una población enteramente excepcional entre las que componen el rico estado del Tolima. Tiene un hermoso edificio, el Colegio de San Simón. El que quiere gozar de las delicias de la vida debe ir a Ibagué. En su parte moral esta es una de las ciudades en donde se goza de más libertad, donde la sanción moral es más fuerte, sin que por esto sea caprichosa y exigente; y donde hay más pureza de costumbres. Por lo demás, se vive deliciosamente y la vida es barata. Quien quiera irse al paraíso, como Elías en cuerpo y alma, debe escoger a Ibagué para gozar anticipadamente de las bienaventuranzas. En cuanto al progreso intelectual nos es grato confesar que el Liceo del Tolima, el colegio de las señoras Buenaventura y la escuela de niñas dan muchas esperanzas para el porvenir. El caserío es casi en su totalidad pajizo. Pero sobre todo nos llama la atención una sanción para los borrachos que pudiéramos llamar la Ley de Lynch: consiste en arrojar al que es devoto del dios Baco, entre las frígidas linfas de agua de la pila de la plaza pública. Esta es una excelente costumbre digna de ser aplicada en todas las poblaciones y a buen seguro se acabarían los borrachos y disminuirían los delitos. Una Sociedad de San Vicente de Paul completa el elogio a esta bella porción del estado”.

En 1857, el botánico inglés Isaacs Holton escribió sobre Ibagué: “El mercado en Ibagué es el domingo, las actividades dominicales además del mercado, son dos misas, peleas de gallos y billar. En Ibagué se pueden conseguir muchas frutas que a veces son bastante baratas. Compré 72 naranjas por 10 centavos. La ciudad está situada en una llanura amplia y las casas se ven bonitas, en especial cuando los niños salen a jugar a la luz de la Luna. El agua viene por una canal que pasa a través de la calle principal que cruza a la ciudad; en todas las cuadras este canal tiene una apertura en la que cualquier transeúnte que no conozca bien la geografía, puede pasar a mejor vida”.

Así era el Ibagué del Siglo XIX. Vida feliz. No había motocicletas ni ruido ensordecedor.

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