Obesidad, azúcar y gaseosas

Pablo Isaza Nieto

La recomendación de la Organización Mundial de la Salud sobre la disminución del consumos de gaseosas, bebidas azucaradas, mediante, si es necesario, la creación de impuestos es objeto de controversia actualmente. Las empresas productoras de este tipo de bebidas encuentran que los gravámenes harán daño a las industrias y a la economía en general. Sin embargo, más países han entrado en el camino de gravar con impuestos estas bebidas.

El Gobierno federal belga anunció el 10 de octubre de 2016 que presentará un impuesto de un centavo por cada lata de bebida azucarada, al igual que aumentará 17 centavos de impuesto a la botella de vino. El impuesto pretende aportar unos 50 millones de euros a las arcas del Estado solamente en 2016.

“El impuesto de salud que impone gravamen sobre bebidas azucaradas encaja perfectamente con nuestro Plan Nacional de Nutrición, en el que queremos reducir azúcares y grasas en la dieta. También lo estamos haciendo con las bebidas alcohólicas y los cigarrillos más caros, porque estos productos son simplemente malos para la salud y es mejor que se consuman lo menos posible”, comentó la ministra de Salud, Maggie de Block. En una declaración explicó que el Ministerio había optado por una tasa a los refrescos “porque estas bebidas contienen una gran cantidad de azúcar, con un efecto de saciedad muy débil, lo que conduce a mayor consumo.”

En Francia el primer impuesto a todas las bebidas azucaradas fue introducido en enero de 2012. En octubre de 2013, el Gobierno francés también creó un impuesto a bebidas energizantes. Una nueva propuesta también incluiría alimentos azucarados, como las barras de chocolate cuyo IVA sería aumentado de cinco a 20 por ciento. El nuevo impuesto aumenta el gravamen a las bebidas azucaradas, pero no a las denominadas “cero calorías”.

En Hungría a alimentos considerados poco saludables, como papas fritas, refrescos azucarados y chocolatinas, están ahora sujetos a un nuevo impuesto. La nueva ley, introducida el 11 de julio, tiene como objetivo “mejorar la salud de la nación”. El impuesto aportará 111 millones de euros que se destinarán a la salud.

En Estados Unidos, donde la epidemia de obesidad es alarmante, el doctor Lenny R. Vartanian y sus colaboradores, en una investigación publicada en la Revista Americana de Salud Pública, analizaron 88 estudios sobre la asociación entre el consumo de refrescos azucarados y los resultados en la nutrición y la salud. Encontraron claras asociaciones con el aumento de peso corporal. Su consumo también fue asociado con baja ingesta de leche, calcio y otros nutrientes y con un mayor riesgo de varios problemas médicos como, por ejemplo, la diabetes y la hipertensión arterial.

En Gran Bretaña, el doctor Graham MacGregor, profesor de medicina cardiovascular, dice que “un impuesto impedirá que la crisis de la obesidad y la diabetes pueda quebrar al Servicio de Salud de Gran Bretaña a menos que se haga algo radical”.

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