Grandes mentiras políticas en la historia de la humanidad

Pablo Isaza Nieto

La primera gran mentira conocida en política se dio entre griegos y troyanos según la mitología. Después de 10 largos años de guerra los troyanos creyeron que por fin habían vencido a los griegos. Pero estos tenían un truco debajo de la manga. En un golpe de genio, los griegos construyeron un enorme caballo de madera que en su vientre podía albergar cientos de guerreros. Con maniobras mentirosas convencieron a sus enemigos que esta estructura era una ofrenda de paz. Los troyanos, confiados, felizmente aceptaron el presente y lo llevaron a su ciudad fortificada. Durante la noche los griegos sorprendieron a los troyanos dormidos y los aniquilaron. Se dice que los griegos, casi derrotados, siempre conseguían lo que se proponían porque nunca perdían la esperanza y luchaban hasta el final. Fue a Ulises al que se le ocurrió la gran idea y gracias a él consiguieron entrar en la ciudad.

Una segunda gran mentira política podría ser el extermino de un pueblo, los “cátaros”, quienes para el año 1200, vivían en el Languedoc región- país situada al norte de Francia. Sus habitantes llamados Cátaros profesaban su propia concepción del cristianismo. A sus seguidores los llamaban “los buenos hombres” o “los buenos cristianos”. Era movimiento de pureza, un retorno a la filosofía primigenia del cristianismo y, en general propugnaron un ideal de vida conforme a las enseñanzas de Jesús y por tanto, renegaban de los fastos y las riquezas. El Papa Inocencio III consideró una amenaza para el poder de Roma y declaró a los cátaros “herejes”, iniciando una propaganda de desprestigio y mentiras e incendiando los ánimos de los nobles franceses. La campaña surtió efecto y en 1209 se inició la persecución a los cátaros; entraron a las ciudades quemando vivos a los “herejes”. Una matanza de más de 100 mil cátaros y el fin del Languedoc. La mentira como arma política había dado resultado.

Ya en el Siglo XX la Unión Soviética firmó un pacto de no agresión con la Alemania Nazi el 23 de agosto de 1939. Sin embargo, ya antes de la firma, Adolfo Hitler sabía que el pacto era una mentira política ya que debajo de la mesa tenía el plan de invasión de Rusia conocido como la operación Barba Roja. La mentira tuvo un costo alto pues las fuerzas alemanas fueron derrotadas: 750 mil alemanes fueron muertos, heridos o desaparecidos. En esta ocasión, la mentira alemana significó el inicio de su derrota definitiva.

Otra gran mentira política: inmediatamente después de lanzar la bomba atómica sobre Hiroshima, el gobierno norteamericano negó que hubiera habido radiación y que los muertos fueron a causa de la explosión. El periódico New York Times publicó la noticia de la no existencia de radiación desinformando a la opinión pública. El reportero australiano Wilfred Burchett viajo a Hiroshima y comprobó la mentira. Por decir esta verdad, se le retiró su acreditación de prensa, fue ridiculizado y su nombre manchado.

Desde los griegos, la humanidad ha utilizado la mentira como arma política.

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