Las niguas de Ibagué en el siglo XIX

Pablo Isaza Nieto

Ocasionalmente en esta columna se da un vistazo a las enfermedades en el Tolima e Ibagué en el Siglo XIX, aclarando que no eran privativas solamente de esta región. Es bueno hacerlo, para no olvidar cuáles padecimientos que hoy ya no existen sufrían nuestros antepasados. Es el caso de la nigua, o mejor las niguas, insectos de la familia de las pulgas que penetraban en el pie descalzo, donde producían primero gran escozor y después, infección.

La “tunga penetrans”, nombre científico, se ubica en los climas tropicales y templados. Es un parásito que penetra en la piel preferentemente de pies y manos cuando la persona se pone en contacto con ella. El primer caso de infestación por nigua fue descrito en 1526 por el conquistador Gonzalo Fernández de Oviedo. Según Fernández, la tripulación de la Santa María, nave de Cristóbal Colon, presentó síntomas ocasionados por la nigua después del naufragio en Haití.

La nigua una vez penetra en la piel, causa escozor, y si se infecta, produce gran dolor. Es la hembra la que infesta para depositar sus huevos. Como no puede saltar sino 20 cm, su albergue preferido es el pie. La infección en las manos se da si se revuelve polvo o arena infestada. Los conquistadores españoles fueron víctimas y en más de una ocasión sus soldados infestados fueron incapacitados para calzar las botas. La insalubridad de las casas, en su mayoría de pisos en tierra, era nicho corriente de las niguas.

Isaacs Holton, viajero inglés que estuvo en Ibagué en 1850, hace la siguiente descripción: “Un capítulo interesante de la vida de Ibagué lo constituye la nigua. Este animalito microscópico, aproximadamente del tamaño de la pata de nuestra querida y conocida pulga, vive como ella en las letrinas, en los sitios donde no pasa el trapeador y donde se desconocen el agua y el jabón. Como otras damiselas, se la pasa brincando y buscando un lugar donde establecerse de por vida, hasta que tiene la suerte de dar con la pierna, o todavía mejor, con el pie de un ser humano, y cuando logra llegar al dedo gordo, su fortuna está asegurada. Entra debajo de la piel y allí vive feliz gozando de un clima agradable y uniforme. Nunca más sabrá lo que es el hambre, porque el día de su prosperidad ha llegado”.

La técnica quirúrgica para sacar las niguas se ejecutaba con base en una aguja “pringada” en la llama de una vela. Se untaba petróleo en la herida y se sacaban los huevos, los que al ponerse sobre la llama estallaban, para comprobarse así el éxito de la operación. La infestación por niguas era el resultado del desaseo y la pobreza; para la época, las clases menos favorecidas no usaban calzado.

Hoy es muy raro que una persona se infeste de niguas. De ser así tendría que rascarse durante seis meses mientras la EPS le asigna cita y se efectúa la operación de la aguja.

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