Secretos médicos del Tour de Francia

Pablo Isaza Nieto

El Tour de Francia significa recorrer en bicicleta más de tres mil 500 kilómetros en 21 etapas, distancia que incide en la salud de los competidores sin tener en cuenta los accidentes como ha sucedido en la versión 2017. No es solo la competencia, es también la preparación.

La pérdida de peso durante la preparación y desempeño en una gran vuelta ciclística como el actual Tour de Francia es uno de los riesgos para la salud de los competidores. Un corredor puede perder un porcentaje de su grasa llevándolo a límites de riesgo. Perder más del tres por ciento de grasa corre el riesgo de colapsar. Muchos de estos corredores pasan la temporada de entrenamiento pedaleando para llegar a la competencia lo más magros posible. Corredores experimentados dicen que pueden iniciar cada gira con 4.5 de grasa y terminar con 3.8 por ciento.

¿Por qué la fijación con el peso? Se trata de maximizar la relación potencia peso. Para ponerlo en otros términos, si dos competidores producen la misma potencia en el pedaleo, el más liviano con seguridad tendrá las de ganar. Esto es más evidente en las etapas de montaña en donde una carrera se puede ganar o perder. Una carrera se puede perder por segundos por cuestiones de peso. Corredores como Miguel Indurain, actualmente Chris Froome y seguramente otros famosos ganaron carreras con resultados impresionantes adecuando su peso a su potencia convirtiéndose en ganadores una y otra vez.

El mantenerse magro y delgado no es fácil y tiene riesgos. Una cierta cantidad de grasa corporal, generalmente alrededor del seis por ciento para los hombres atléticos, es necesaria para mantener la salud. Con sus reservas en los límites absolutos, ciclistas que mantienen un porcentaje de grasa corporal por debajo de cinco por ciento durante un período prolongado corren numerosos riesgos: se atrofian los músculos, sus niveles de energía se desploman y su sistema inmunológico sufre una baja.

En cuanto al sistema nervioso este se tensa al máximo. La primera semana es estresante y el ciclista puede no dormir bien. Los niveles de la hormona cortisol suben al máximo. A menos que sean capaces de relajarse y recuperarse durante esa primera semana, las hormonas de estrés elevadas harán que prematuramente el tejido de los músculos sufra. En las tres semanas agotadoras del Tour se necesita cada onza de músculo para como dicen los ciclistas “sentir bien las piernas”.

¿Los músculos? En el transcurso de la carrera la primera semana estos se comportan bien, pero si hay montaña pueden quedar al límite de su combustible y recuperación. Mientras que en la primera semana queman solo del tres al cinco por ciento de sus reservas de proteínas, es decir sus músculos, para alimentar sus esfuerzos, en la última semana es probable que consuman hasta 15 a 20 por ciento de sus proteínas musculares siendo menos capaces de almacenar y suministrar glucógeno que es el combustible requerido. Es lo que en medicina se llama catabolismo (destrucción) muscular.

Comentarios