El consumo de drogas ilegales en Estados Unidos (II)

Pablo Isaza Nieto

Estados Unidos sufre en la actualidad una de las peores epidemias del mundo actual: la adicción a las sustancias denominadas opiáceos, la heroína y medicamentos como la hidrocodona (Vicodin) y oxicodona (Percocet) que se usan para mitigar dolores severos.

Un nuevo informe del Cirujano General, léase Ministro de Salud, hace alusión a las asustadoras estadísticas del consumo creciente de opiáceos. Uno de cada siete estadounidenses experimentará un problema con alcohol o con otro uso indebido de drogas en su vida. Unos 20 millones, equivalente a la mitad de la población colombiana, padecen trastornos por adicción a drogas y alcohol. Unas 78 personas mueren de sobredosis de cada día. Solo el 10% de las personas con adicciones recibe algún tipo de ayuda con tal de lograr una recuperación.

“Durante mucho tiempo, muchas personas han considerado la adicción como una falla moral o falta de carácter, dice el Cirujano General en el inicio de la introducción de su reporte. Debemos ayudar a que todo el mundo vea la adicción como una enfermedad crónica. La adicción a los opiáceos es una epidemia que cubre los 50 estados del país. A lo largo de las carreteras interestatales rueda la heroína barata y las clínicas son un surtidor de píldoras para el dolor con base en opiáceos, que se reparten como caramelos”.

Funcionarios de salud pública han denominado la actual epidemia de opioides como la peor crisis de la droga en la historia estadounidense, que ha matado a más de 33.000 personas en 2015. Las muertes por sobredosis fueron casi iguales al número de muertes por accidentes automovilísticos. En 2015, por primera vez, las muertes por heroína sola superaron a las muertes por homicidios.

El problema más grave con los opiáceos en los Estados Unidos y que contribuye a su severidad es el abuso de prescripciones médicas de opiáceos usados para el dolor; el incremento de recetas escritas y despachadas, una mayor aceptabilidad social para el uso de estos medicamentos con diferentes propósitos y el agresivo mercadeo de las compañías farmacéuticas. Estos factores juntos han contribuido a crear lo que se ha denominado una amplia “disponibilidad ambiental” para la prescripción de analgésicos y opiáceos en particular.

La cifra de analgésicos opiáceos se ha disparado en los últimos 25 años. El número de prescripciones de opiáceos ha aumentado de 76 millones en 1991 a casi 207 millones en 2013, siendo Estados Unidos su mayor consumidor a nivel mundial.

Las autoridades colombianas están en mora de iniciar campañas de información sobre el peligro de una epidemia de adicción a opiáceos como la de Estados Unidos. Especial control y educación a médicos y farmacéuticos en la formulación y despacho de medicamentos opiáceos. Las facultades de medicina deben contribuir a esta campaña. Mirarnos en el espejo de Estados Unidos para no llegar a la tragedia actual que ese país padece, ya de por sí golpeado por la epidemia del consumo de cocaína, cuya demanda cada días es más creciente.

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