Juicios de hechicería a las mujeres pijao

Pablo Isaza Nieto

Cincuenta y un años después de la fundación de Ibagué por parte de Andrés López de Galarza se realizó un juicio de hechicería a mujeres pijao que utilizaban la herbolaria. Conocedoras de las propiedades curativas de hierbas y arbustos guardaban con celo sus conocimientos como una forma de hacer oposición al conquistador español.

El Cronista de la conquista española Pedro Mártir de Anglería afirmó, refiriéndose a los curanderos indios, lo siguiente: “las calenturas se las curan fácilmente con jugo de hierbas, y con igual facilidad las heridas con tal que sean curables. Tienen y conocen mucha clase de hierbas salutíferas. Y no usan ningún otro género de medicinas, ni quieren más médico que a los viejos de experiencia o a los sacerdotes conocedores de las ocultas virtudes de las hierba”.

Por su parte Fernández de Oviedo reseña que los chamanes “eran grandes herbolarios y tenían conocidas las propiedades de muchos árboles y plantas e hierbas, y como sanaban a muchos con tal arte, teníanlos en gran veneración y acatamiento como a santos”.

Pero no era solo el chamán o sacerdote quien conocía las propiedades de la herbolaria usada por los indígenas. Mujeres indígenas se dedicaban también a preparar bebidas para algunas dolencias comunes.

Sin embargo en muchas ocasiones la crueldad del conquistador superaba la intención de conocer sobre la herbolaria indígena tachándola de hechicería y magia negra. A la crueldad de los españoles no escaparon los indios pijaos, hombre o mujer, que se dedicaban a la medicina tradicional utilizando plantas y hierbas (yerbas) conocidas por ellos ancestralmente.

Tomado de documentos de la época, especialmente del Archivo de Indias y del Archivo Nacional de Colombia, Enrique Ortega con la colaboración de Carlota Bustos trae el siguiente juicio de hechicería en Ibagué:

El 25 de octubre de 1601, el alcalde de Ibagué, Pedro de Lorenzana, abre juicio por hechicería contra Constanza y Catalina, Juan su marido y Alonso, hijo de la dicha Constanza y Barbola, hechiceras y hechiceros. La india pijao Constanza es condenada a “morir de muerte natural colgada por el pescuezo en una horca que se haga fuera de la ciudad, en el camino real que va de esta ciudad a Santa Fe, y de ella no sea quitada para ejemplo de naturales y españoles, y que a la dicha Catalina y a su marido Juan se le den a cada uno 300 azotes, caballeros (montados) cada uno en una bestia de albarda (carga) y sean llevados por las calles públicas de esta ciudad con voz de pregonero que manifieste su delito, y la india Barbola sea desterrada de esta ciudad y las demás de los términos de su corregimiento por espacio de cuatro años”.

Posteriormente la sentencia es conmutada. Se les condena a 300 azotes y cortada del cabello en la plaza pública con posterior destierro. La sentencia fue ejecutada en la plaza pública porque “hablaban con el demonio y vendían y daban yerbas de bien querer”.

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