Medicinas y venenos en la guerra contra los Piajos

Pablo Isaza Nieto

El primer médico o cirujano barbero que pisó tierras ibaguereñas fue Don Álvaro de Aimon en el año 1606 acompañando las tropas del Capitán Juan de Borja. Podemos decir que la medicina de Ibagué tiene su primer representante, en el tiempo, cuatrocientos años atrás. Un hecho notable en la composición del cuerpo de ejército de Juan de Borja y que resalta la seriedad con que éste acometió su tarea, es la presencia del médico Aimon, pues no fue lo común en las expediciones de los conquistadores encontrar médicos o barberos-cirujanos acompañando fuerzas españolas según los relatos de los cronistas. El médico Gerardo Paz Otero en su obra “La Medicina en la Conquista y la Colonia” se refiere a un cirujano español de nombre Alonso y a un boticario italiano, Maese Bernal en las tropas del conquistador Alonso de Ojeda.

Por lo general el médico o si fuere barbero cirujano llevaba consigo aceite de higuerilla (purgante), bálsamo, azufre, sebo, alumbre, ungüento blanco. También un anzuelo y una navaja para las heridas por flecha envenenada. Aprendido de los indios amigos, con el anzuelo levantaban los bordes de la herida, y con la navaja cortaban. Se hacía una masa de harina de maíz tostado y de pólvora, sal, ceniza y carbón y se aplicaba como emplasto en la herida. Al herido se le daba una harina de maíz muy rala con la cual se debía alimentar durante veinte días sin ningún otro alimento. Para las heridas no de flecha envenenada se daba a beber azufre molido en miel, vino, chicha o con un huevo.

Los pijaos usaban las flechas envenenas como arma necesariamente mortal. Una descripción de la muerte por flecha envenenada nos la da el cronista Pedro de Aguado: “El herido cuando oliesen la sangre e picando solamente con las puntas sacasen una gota de ella, cuando luego el furor de la ponzoña subía al corazón, e los tocados con grandes bascas mordían sus propias manos, e aborreciendo el vivir deseaban la muerte, e tan encendidos estaban en aquella llama ponzoñosa que les abrasaba las entrañas e hacía tanta impresión que los espíritus vitales les desamparaban”.

La preparación del veneno es descrita por Pedro de Aguado dándole a los animales ponzoñosos el mayor mérito y dejando para la última instancia de la preparación la adición de la planta venenosa. Se narra que “en un vaso o tinajuela echan culebras ponzoñosas y gran cantidad de hormigas bermejas que por su ponzoñosa picada son llamadas caribes, y muchos alacranes y gusanos ponzoñosos y arañas que pueden haber de un género que hay, que son bien ponzoñosas. Echan leche de unas ceibas o árboles que hay espinosos, que llevan cierta frutilla de purgar, y lo revuelven y menean todo junto, y con esta liga untan las flechas y puyas causadoras de tanto daño”.

Nota. Tomado de: “Las Epidemias de Violencia en el Tolima-El Genocidio de la Nación Pijao” Pablo Isaza Nieto. 2017.

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