Salud mental y campañas presidenciales

Pablo Isaza Nieto

Las cifras que dan noción de magnitud a los problemas de salud mental en el país no pueden ser peores. Es sin lugar a dudas el mayor problema del país. Colombia ocupa el deshonroso primer lugar en violencia y acoso infantil. Según el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en el primer trimestre de 2018 se registraron 2,855 casos lo que significa 66 casos por día; ya en el 2016 se habían registrado 4.834 casos y en el 2017 4.834. En violencia sexual en 2017 se reportaron 11.320 casos.

La mayor parte de la violación sexual de niñas y niños suceden en el entorno familiar. Investigaciones demuestran que al menos el sesenta y cinco por ciento de las víctimas conocían a su victimario. Los violadores no tienen vinculo biológico con los niños. Son generalmente padrastos o compañeros esporádicos de la madre a su vez con trastornos mentales como el consumo de drogas ilícitas. Según una investigación realizada en Bucaramanga “el tráfico de drogas y la guerra son factores que también aumentan el riesgo de este tipo de violencia, debido a que, en estas situaciones, el abuso sexual se usa para aterrorizar y desmoralizar a las comunidades, para obligar a las personas a huir y para destruir las estructuras comunitarias.” (Marta Isabel Dallos Arenales, Psiquiatra).

La depresión y la ansiedad son dos patologías que se revelan en todas las encuestas de salud mental realizadas en el país. Sus cifras están por encima del 60 por ciento de la población encuestada y cercanas al 80 ciento en personas desplazadas por la guerra que según el Acnur de Naciones Unidas son ocho millones de personas. En los desplazados el porcentaje de estrés postraumático es mayor al 20 por ciento: un millón seiscientas mil personas enfermas en su salud mental con crisis periódicas de depresión extrema e ideación suicida. Igual sucede con los soldados del frente de guerra. Padecen síntomas del Trastorno de Estrés Postraumático (TEP), desorden mental en el que la reminiscencia involuntaria de un evento produce ansiedad, sentimientos negativos, pesadillas, hipervigilancia, alucinaciones, irritabilidad y cambios abruptos en el comportamiento. En el combatiente aparece otro trastorno que es conocido como ‘Lesión o Daño Moral’. En el contexto de la guerra, las lesiones morales pueden derivarse de la participación directa en actos de combate, como matar o dañar a otros, o de actos indirectos, como presenciar la muerte, no impedir actos inmorales de otros, o dar o recibir órdenes que se perciben como violaciones morales graves, “me enseñaron a no matar y he matado”. El Daño Moral persigue al soldado a lo largo de la vida.

En ninguna de las campañas presidenciales se menciona el primer problema de Colombia, un país enfermo en grado avanzado de deterioro de su salud mental. En una sociedad enferma no es posible llevar a cabo ningún proyecto de desarrollo. Como en las dos primeras guerras mundiales, cincuenta años de guerra han dejado al país devastado en su salud mental.

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