Los valores indispensables para el Desarrollo

Ismael Molina

Cuando finalizó la administración del alcalde Luis H. Rodríguez y se hizo evidente el robo continuado y descarado que se había montado en ese período gubernamental, que estalló en mil pedazos con la destrucción de los escenarios deportivos y su carrusel de corrupción que imposibilitaron su reconstrucción y puesta en funcionamiento, la ciudad no solo había perdido tales equipamientos, sino que se tenía total desconfianza en la capacidad de la administración pública para afrontar los retos de ejecución de obra alguna, que el Estado se había convertido en el coto de caza de los clientelistas y corruptos, que se había perdido la razón ética de pagar impuestos pues los avivatos se robaban el erario público.
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Esta remembranza del pasado reciente pone en evidencia que la corrupción no solo es un robo al tesoro público, sino que mina las bases mismas del Estado Social de Derecho en que se funda la nación y nuestra democracia. La confianza que se debe derivar de la aplicación de la ley, se transforma en desconfianza y resentimiento pues el gasto público no se hace en función del bien público y se destina para el enriquecimiento ilegal de los administradores elegidos que con base en las triquiñuelas de la politiquería se apropian de los recursos públicos.

La reconstrucción ética de una ciudad adolorida por el comportamiento de sus dirigentes es condición indispensable para emprender cualquier opción de desarrollo. Sin esa condición, donde el ciudadano vuelva a considerar que el Estado se mantiene por representar valores éticos de transparencia, solidaridad y eficiencia, emprender toda posibilidad de cambio y crecimiento va a ser una acción fallida. Toda iniciativa en ese entorno será vista como parte de una trama continuada de corrupción, como lo fueron la construcción de escenarios deportivos, donde siempre se percibirá al Estado como un ente incapaz por acción u omisión.

El reto que enfrentó la administración de Guillermo Alfonso Jaramillo, fue el de superar un pasado que había dejado postrada a la ciudad y que había reducido a su máxima expresión la confianza del ciudadano en la administración pública y dejaba la sensación de incapacidad para adelantar obras que pudieran impactar al ciudadano común, sin que sean parte de procesos de corrupción y malversación de fondos.

La reconstrucción de los escenarios deportivos, la culminación de la avenida fantasma, la construcción de la avenida al aeropuerto, el impulso al acueducto complementario, la construcción de los parques biosaludables, la construcción de los megacolegios, la recuperación de la infraestructura de salud, la recuperación del espacio público, son algunas de las acciones que se emprendieron y realizaron en la pasada administración, donde la transparencia en la escogencia de los contratistas se hizo evidente, donde hubo múltiples proponentes y no se permitieron términos de referencia amañados, donde la ciudadanía pudo ver reflejados sus impuestos y la obras se hicieron efectivas, son las acciones que muestran el necesario corte que se realizó para que la ciudadanía recuperara la confianza y el respeto a un Estado local que se había convertido en la fachada de un Estado fallido y mafioso.

Si por algún legado se debe reconocer a la administración Jaramillo es por este: haber recuperado la confianza y el respeto de los ibaguereños en su administración pública; haber roto la cadena de corrupción y desconfianza que tuvo su momento culmen durante la administración de Luis H; el haber hecho que la ciudad se reconstruyera éticamente para emprender los retos del desarrollo. Los que estuvimos en ella no nos da pena la mirada al pasado.

Debemos construir sobre lo construido y mantener los principios éticos con los cuales se actuó, pues son condición necesaria e indispensable para el desarrollo local. No se puede seguir avanzando, cuando no se dirige la mirada al frente y se está más interesado en mirar el espejo retrovisor, a ver si algo se vislumbra, así sea con base en distorsiones y mentiras.

Las barreras que se encontraron hace cuatro años y medio fueron removidas y ahora, en un escenario altamente conflictivo, en medio de una crisis de salud, que rápidamente ha devenido en una crisis de crecimiento económico y alto desempleo, lo único sensato es avanzar en las necesarias acciones de reactivación económica y social, manteniendo la ética, la lucha contra la corrupción y la recuperación de la confianza en lo público como la mejor arma. Ese es el reto actual.

ISMAEL A. MOLINA GIRALDO

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